Sólo se ha ejecutado el 30% de la restauración iniciada en 2009
La rehabilitación de Araú, que comenzó en 2009, acumula a fecha de hoy un importante retraso, ya que estaba prevista su finalización para en 2011. Se ha ejecutado un 30% y la mayor parte corresponde al espacio que ocupará el albergue, la parte más alta del edificio y que en su día fueron viviendas. Una de las instalaciones que se mantiene tal y como estaba previsto en el proyecto original, que ha sufrido varias modificaciones, es el auditorio, que se construirá anexo al edificio. La intención es que pueda acoger una programación estable de actividades culturales para que resulte rentable.
El auditorio tendrá capacidad para 300 personas y estará soterrado para evitar el impacto con el entorno y con el fin de respetar la volumetría existente. El anexo estará comunicado por el interior con el resto del edificio y tendrá una superficie de 600 metros cuadrados. El resto de espacios quedarán diáfanos y otros se destinarán a aulas con el fin de que puedan ser alquiladas para cursos, talleres, conferencias o reuniones, para tener también la filosofía de un centro cívico.
Otro cambio al proyecto inicial hace referencia al ahorro energético. De hecho está previsto realizar las instalaciones adecuadas para que puedan utilizarse de forma independiente los sistemas de calefacción y aire acondicionado, instalados en dos módulos diferentes que permitan mantener encendida una zona y apagada la que no tenga uso. La rehabilitación integral en los 2.291 metros cuadrados de la antigua fábrica de embutidos Araú, distribuidos en cuatro edificios, continuará con las obras catorce años después de que comenzarán los primeros trámites para convertir este edificio, inaugurado en 1845, en un centro cultural.
Lo que fuera emblemática fábrica de embutidos es hoy uno de los mejores ejemplos de arqueología industrial de la provincia de León. Tiene reminiscencias de las fábricas centroeuropeas iniciadoras de la actividad industrial, aunque el edificio leonés fue construido con materiales autóctonos (adobe, tapial y ladrillo). Fue instalada por Adriano Alcorta como fábrica de embutidos Casa Alcorta. A principios del siglo XX le sucede su sobrino Eusebio Araú González, quien instala un matadero anejo, un laboratorio y dota al edificio de modernidad.