Diario de León

El capricho de la montaña

La cueva de Valporquero recibe una avalancha de visitantes durante su apertura.

Los juegos de luces y colores y las caprichosas formas esculpidas durante siglos por las aguas fueron admiradas de nuevo.

Los juegos de luces y colores y las caprichosas formas esculpidas durante siglos por las aguas fueron admiradas de nuevo.

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León

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El deshielo y las lluvias de las últimas semanas hicieron aún más atractivo ayer el recorrido de los primeros visitantes de la temporada a la cueva de Valporquero, que pudieron contemplar el espectáculo del arroyo recorriendo con fuerza las salas y formaciones de la maravilla subterránea. Un nutrido grupo de visitantes desafió al mal tiempo para acercarse a Valporquero de Torío y realizar el recorrido por caminos, puentes y escaleras, desde los que contemplaron las estalactitas, estalagmitas, coladas y columnas de diferentes colores a lo largo de las siete salas visitables en la cueva.

Un año más (la formación se abrió al público en 1966) los turistas podrán acceder al interior de la cueva hasta el 21 de diciembre, 235 días de apertura al público en los que cada vez con más frecuencia las reservas se gestionan a través de Internet.

La cueva mantiene como en las últimas temporadas dos tipos de recorridos, una visita especial que transcurre por las siete salas iluminadas y habilitadas, en la que a lo largo de hora y media se recorren 2,4 kilómetros; y otra más corta, de una hora, en la que se visitan cuatro salas y el inicio de la quinta. En total, 1,6 kilómetros por las entrañas de las caprichosas formas que el agua ha ido esculpiendo a través de más de un millón de años en la roca caliza.

Un año más los centenares de visitantes accederán hasta la boca de la cueva para admirar una cavidad de extraordinarias dimensiones, un universo subterráneo de formas, colores y sonidos que acompaña el recorrido del arroyo Valporquero.

Con la ayuda de los guías conocerán las pecualiridades de la Gran Rotonda, la sala Pequeñas Maravillas (donde pueden apreciarse las formas de la Virgen y el Niño, la torre de Pisa, el órgano o el lago); la sala de las Hadas, donde en esta época de lluvias el agua cae en una cascada de más de 15 metros hasta llegar al piso inferior de la cueva; el cementerio estalactítico, o la Gran Vía, espectacular galería de calizas verticales de más de 200 metros de longitud y alturas de más de 30 metros. La columna solitaria, las estalactitas de Maravillas, la entrada al curso de aguas,...

Para los más aventureros se mantiene la propuesta espeleológica del Curso de Aguas, que cada vez tiene mayor demanda. Esta temporada, como novedad, la Diputación ha puesto en marcha la Ruta Exokarst, sendirismo durante 75 minutos alrededor de la cueva para contemplar las formaciones que crea el agua en el exterior.

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