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Inician el derribo de la harinera más antigua de León

Los propietarios optan por la demolición de las ruinas para evitar riesgos a los okupas.

El edificio se encuentra actualmente en estado ruinoso.

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p. infiesta | león
León

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La harinera Santiago Alfageme e Hijos, uno de los mejores ejemplos de arquitectura industrial de León, acaba de comenzar a ser demolida. Sus magníficas seis plantas de ladrillo, piedra y madera se convertirán «en dos meses», según las previsiones que manejan sus dueños, la empresa asturiana Termoracama, en un recuerdo de las pujantes fábricas cerealistas de la provincia.

El motivo, las decenas de personas que se aventuran a penetrar en estas gigantescas instalaciones, abandonadas desde hace casi dos décadas y con un «elevado estado de deterioro, lo que las convierte en peligrosas, y queremos evitar males mayores», indican.

El emplazamiento harinero más interesante de la provincia, por ser la fábrica documentada más antigua y por su larga explotación, desde mediados del siglo XIX hasta finales del XX, ya ha perdido parte de su cubierta de uralita, que está retirando una empresa leonesa con autorización para manejar el amianto, un material altamente contaminante. Tras esas labores, que se solapan con nuevos muros de hormigón de cerramiento, la compañía asturiana procederá ella misma al derribo del complejo.

Asturacama reconoce que en dos ocasiones han tapiado sin éxito las ventanas y puertas de la vieja harinera. Unos bloques de cemento que los ‘okupas’ han burlado incluso agujereándolos. «Hemos detectado que, a veces, hay más gente dentro que fuera de la harinera y tenemos miedo de que pase algo, por eso optamos por el derribo», matizan. En la decisión también pesa la obligación de superar la Inspección Técnica de Construcciones (ITC) que exige el Ayuntamiento de León, y que supondría un elevado desembolso para mantener el conjunto de edificaciones en buenas condiciones.

Un siglo y medio

Esta fábrica de harinas comenzó su andadura en torno a 1845, tras la reforma del primitivo molino movido con las aguas de la presa del Bernesga y la unión mercantil de dos hombres de negocios forasteros, el catalán Antonio Jover y el asturiano José Domingo Salcedo, según los datos recopilados por el historiador Javier Revilla. Tras pasar por las manos de varios dueños, una de las reformas más destacables la llevó a cabo Santiago Alfageme a comienzos del siglo XX, al incorporar una máquina de vapor para generar energía en las épocas de carestía hídrica del cauce que seguía moviendo la industria, de ahí que la fábrica todavía conserve su chimenea de ladrillo.

En los años sesenta, su capacidad de molturación alcanzó los 24.000 kilogramos de trigo al día. Era entonces la fábrica de harinas con mayor producción de la provincia, con unos dos mil kilos más que las de Astorga (Hermanos Carro) y Valencia de Don Juan (Anastasio Ortiz). La familia Arias fue una de sus últimas propietarias, antes de pasar a manos de la constructora asturiana, y con ella alcanzó su máximo desarrollo.