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90 DÍAS EN LA ACAMPADA ANTIBIÓTICOS

De tiendas por Pucci

Cuarenta trabajadores de Antibióticos mantienen una protesta desde hace 90 días a la puerta de la factoría, ante la indiferencia del comité. Es la Acampada Antibióticos, que reivindica empleos

Javier Marcos sale de la tienda después de pasar la noche, es el día 90 en la Acampada Antibióticos

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SUSANA VERGARA PEDREIRA | LEÓN
León

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Estas tiendas no le gustarían a Pucci. «No, él es más de Gucci», dicen con sarcasmo en la Acampada Antibióticos. Hacen referencia a la vida de lujo del presidente de la empresa.

Llevan 90 días a las puertas de la fábrica viviendo en tiendas de campaña. Diez iglús que hacen las veces de dormitorios y otra de salón social. Tres meses de frío y pocas esperanzas. Han tenido mala suerte. En el trabajo y en la meteorología. Apenas ha dejado de llover y el frío se cuela por todos los rincones.

Cuarenta trabajadores de la factoría se turnan desde el 3 de marzo a la entrada principal de Antibióticos, la gran factoría química de León desguazada por el empresario italiano Daniele Pucci. Empezaron apenas cinco, convocados un domingo por la noche a través de Facebook. «No sabíamos ni qué hacer...».

Pedro, Jorge, Santiago, Juan, Javier... un puñado de empleados en la cincuentena con tres décadas de nómina en la empresa. Sacaron las tiendas de campaña de los trasteros y el lunes a primera hora plantaron su campamento rebelde. Desde allí han visto pasar por delante, sin pararse, al comité de empresa, a sindicalistas, compañeros y al mismo Pucci. Ni caso. Como si no existieran. La acampada fue creciendo poco a poco y de las dos tiendas iniciales pasaron a diez. Y punto. De los 260 trabajadores del último censo de la factoría no están allí ni la sexta parte. No se lo explican.

«Si tienen que estar como nosotros...», echan cábalas. «No se entiende, cómo es posible que el comité y los sindicatos hayan estado apoyando a Pucci hasta ayer mismo, algo tendrán...», sospechan.

El apoyo que reclaman lo reciben de la carretera. No hay coche que pase por delante de ellos que no haga sonar el claxon. Ellos saludan, siempre, agradecidos. «Ya ves», lamentan.

Al campamento han llegado decenas de personas con víveres, café caliente y dinero. Hasta se emocionan al recordar la solidaridad de leoneses anónimos. Como el minero jubilado que les dejó parte de su paga. O la peregrina alemana que les dio 50 euros. Fueron a parar al bote. Y de ahí, al bolsillo de otro peregrino, también alemán, al que le dieron el palo en Papalaguinda y terminó refugiado en la Acampada Antibióticos.

«Le dimos todo el dinero que teníamos, qué íbamos a hacer, por lo menos que pudiera llegar a casa», cuentan.

Echan más leña al bidón. «Todos los jueves pasan por aquí delante para reunirse y ni se han parado a preguntar si necesitamos algo». Se refieren a los miembros del Comité de Empresa.

Sí lo hizo el alcalde. A primera hora del primer día de la acampada. No serían ni las 9 de la mañana. Del coche se bajó Emilio Gutiérrez acompañado por el concejal José María López Benito y su jefe de prensa. Le pidieron leña para calentarse. Media hora después, una camioneta de los servicios municipales dejaba un cargamento de ramas y troncos. «De la poda», dicen. «Se agradece», añaden. Nunca les ha faltado madera para calentarse. «Todas las semanas llaman y todas las semanas vienen con la leña».

En la tienda que hace de salón, con bancos corridos, una mesa larga, una estufina de cámping gas y un termo con café se sentó Gerardo Gutiérrez, el presidente de Gadea, el empresario químico que quiere hacerse con parte de Antibióticos y colocar a cien trabajadores.

«Vino a una reunión por la mañana y pasó por delante de nosotros. Por la tarde volvió, paró su coche y entró en la tienda», relatan. «Se sentó en este banco de madera y nos explicó sus planes». ¿Qué impresión les produjo? «Que es un empresario», cuentan. «Al menos, es del sector y quiere producir», dicen. «No como éste —por Pucci— que es un liquidador. Éste vino a cerrar la empresa y encima le apoyan». Vuelta al comité.

«Le ha tenido que pagar alguien, no sé, los de la competencia...», hacen cábalas.

Recuerdan muy bien cuándo se dieron cuenta del futuro. «Al mes de llegar Pucci empezó a pagar el día 10, nosotros que siempre cobrábamos el 30. Luego siguió con las extras y no había pasado un año cuando dejó de producir. Decía la prensa que estaba al 35% y no llegaba ni al 15». Fue el comienzo del fin.

Nada queda ya de la empresa próspera que fue emblemática en la ciudad. La gran factoría química que mandó levantar Franco y que hizo mulmillonario a Mario Conde. Nada queda de esa fábrica que dio empleo a químicos, ingenieros, veterinarios, mecánicos, delineantes... hasta jardinero tenía. Ni rastro queda del olor penetrante que se extendía por la ciudad cuando cambiaba el viento de dirección.

En estos 90 días, las Mujeres del Carbón han hecho allí una parrillada, Centro Reto una gran paella — «la mejor que hemos comida nunca»—, un grupo de chicas les diseñaron chapas con un logotipo rebelde para venderlas, los amigos se han acercado a pasar la tarde y miles de personas les saludan al pasar con sus coches. Se han acostumbrado a dormir sobre el suelo, con un saco y mucho frío. Incluido Juan, el ‘abuelo’ de la Acampada, 60 años, hijos, nietos, tres décadas en nómina en Fermentación, a punto de quedarse sin el subsidio de desempleo. Saben lo que es vivir con menos de lo justo. «¿Que cómo nos arreglamos? Debemos por todos lados», dicen a coro. «Nos ayudan las familias». Qué remedio.

Lo hace la hija de Javier Marcos, 27 años trabajando en el departamento de Disolventes, a menos de cuatro meses para quedarse sin el paro. «Además de cariño y apoyo moral, me da dinero», dice con orgullo. Quién lo iba a pensar, hijos manteniendo a sus padres.

«¿Ha ido alguien más hoy, papá»», pregunta Irene, la hija de Pedro Rodríguez, 27 años en Antibióticos, una hija de 13 y un perro «que también come». Para la pregunta que le hace su hija siempre a continuación no ha encontrado aún respuesta. «¿Pero por qué no van?».

Sólo se fían ya del juez. El 10 de junio es el final del proceso liquidador. Han agotado casi todo el paro y la paciencia. Quieren trabajo. Y un plan social de jubilaciones para los mayores. «Se ha hecho en otras empresas, que no digan que no se puede»

Empieza el día 91 en la Acampada Antibióticos. Otro más. La hoguera alumbra el cartel hecho con una sábana. ‘Liquidación, últimos días’.

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