Un impuesto que refleje el patrimonio
Si no hay cambios de última hora la reforma fiscal no introducirá gravámenes en el IRPF sobre la primera vivienda en propiedad, que era una de las recomendacones del grupo de expertos que elaboró el informe que ha servido de orientación al Gobierno. Sin embargo, sí se producirán cambios en la fiscalidad patrimonial, y ahí la posesión de más de una vivienda sí se verá afectada.
La filosofía principal a la hora de gravar la propiedad de varias viviendas es lograr que se pongan en el mercado, bien como alquiler o en venta; pero incrementar las cargas de aquellas que estén vacías y sin uso. Sobre ellas se elevarán los porcentajes en la imputación de rentas inmobiliarias, que actualmente se aplican a las segundas viviendas si no están ocupadas.
El régimen fiscal actual imputa el impuesto sobre la renta de quienes tienen segundas y ulteriores viviendas que no están alquiladas. Los propietarios deben incluir en su declaración el equivalente al 1,1% del valor catastral del inmueble, o el 2% si la última revisión castastral fue anterior a 1004. Sobre el importe que resulta se aplica un marginal que va del 24,75% al 52% en función del nivel de renta del contribuyente.
El objetivo de la reforma fiscal que se diseña es reducir la presión impositiva sobre las fuentes de renta que provienen del trabajo, y gravar en mayor medida las del patrimonio, para no poner en peligro el cumplimiento de los objetivos de estabilidad.
La idea de gravar el uso de una vivienda en propiedad en lugar de la compraventa es porque esos impuestos soportan la crisis mejor frente aquellos que se aplican sobre la transmisión. Los ayuntamientos no han dejado de recaudar por el IBI, mientras que las comunidades autónomas han visto reducida la recaudación por el impuestos sobre transmisiones.