SAN JUAN Y SAN PEDRO 2014
Impetuoso, en manos de Perera
La faena al sexto de la tarde, un toro de Jandilla premiado con la vuelta al ruedo, fue lo mejor de un festejo en el que el público agradeció la voluntad de Padilla y El Fandi y los tres toreros salieron a hombros.
Trancurría la tarde triunfal, como suele ser habitual, con toros que permitieron en mayor o menor medida el espectáculo y toreros dispuestos a agradar, aunque sin grandes momentos que dejar grabados en la retina ni faenas con méritos para pasar a la historia. Hasta que salió el sexto de la tarde, Impetuoso, de 558 kilos, de la ganadería de Jandilla. Y cayó en manos de un Miguel Ángel Perera en estado de gracia, que dejó claros los pilares que asientan la tauromaquia que ha salido triunfadora de Madrid. De aquellas plazas donde actúa.
Vio el extremeño enseguida las cualidades del de Jandilla y lo dejó prácticamente sin picar (es habitual en él), y sólo permitió que le colocaran dos pares de banderillas. Brindó al público y se colocó en el centro del ruedo. Allá donde estaba loco por ir el toro, el punto al que acudió con galope ambicioso y donde repitió largo, fijo, con buen son. Ya de salida había bordado Perera el toreo con el capote, en una tanda de verónicas de manos bajas ganando terremo. Se rompió después en un larguísimo quite por chicuelinas, tafalleras y rematado con cadenciosa media quelevantó al público de sus asientos.
Fue una faena basada en la mano derecha, aunque el toro embistió con la misma calidad por el izquierdo. Arrancó la primera tanda con un pase cambiado por la espalda y repitió en varios muletazos sin mover los pies. Perera dejó a Impetuoso venirse de lejos y no se cansó de torear; el de Jandilla no se hartó de embestir, sin hacer un extraño, fijo en la muleta con la que el diestro le fue obligando más, hasta improvisar pases y cerrar la faena con una interminable tanda final pasándoselo por todos lados sin mover las zapatillas. El público enloqueció y se llegó a pedir el indulto del toro. Un pinchazo previo a la estocada privó al torero del rabo, que a buen seguro hubiera paseado de acertar a la primera con los aceros.
Su primer oponente no le había dado opciones. Le cuidó desde la salida y se lo llevó al centro del ruedo, pero el de Vegahermosa amenazó con rajarse desde el primer momento, y buscaba cualquier excusa para mirar a tablas. Fue una faena asentada, corrió la mano pero el toro fue a menos. Destacaron los pases de pecho.
El Fandi desorejó también al quinto de la tarde, un llamativo toro de capa melocotón claro, en una faena que tuvo su punto más destacado en el epílogo. Cobró el granadino una gran estocada arriba de rápido efecto que le valió la petición con fuerza de los dos apéndices, tras un largo trasteo en el que el toro y el torero sólo se acoplaron en algunas ocasiones. El de Jandilla se arrancó con movilidad a la muleta, fue fijo y pronto, y Fandi lo muleteó por ambos pitones. No abusó de los adornos ni las concesiones al público, pero aseguró el trofeo que le abría la puerta grande.
En su primero había cortado una oreja después de recibirlo con dos largas cambiadas y un variado saludo capotero. A la salida el toro dio una impresionante voltereta de la que se resintió toda la faena. Acobardado y mermado, el incómodo calamocheo del lastimado animal le impedía terminar los pases con son. Fandi destacó en banderillas, especialmente en las moviolas y los pares al violín.
También fueron jaleados los pares de banderillas de Juan José Padilla, al que el público recibió con el cariño que habitualmente le muestra. En su primero el jerezano se lució con el capote, y la plaza se asustó cuando al salir de su primer par de banderillas se trastabilló y se dolió de un tobillo. Siguió después la lidia sin problemas. Fue el que abrió festejo un toro de embestida alegre y pronta, al que bajó la mano para que siguiera la muleta con fijeza y transmisión.
Voluntarioso como siempre el diestro, hubiera requerido el de Jandilla algo más de distancia y temple. Embistió con calidad por los dos pitones, largo por el izquierdo. Padilla le recetó al final de la faena sus alardes de rodillas, el toreo encimista y unas manoletinas más embarulladas que ajustadas. El de Jandilla fue aplaudido en el arrastre.
Brindó la muerte del que hizo cuarto al equipo de areneros de la plaza, en memoria de uno de ellos, Isidro, fallecido este año. Toro también noble, más soso, saludó animoso con el capote, y tuvieron repercusión sus pares de dentro a fuera y al violín saliendo sentado desde el estribo. Intentó en todo momento agradar el diestro, alegró con sus desplantes y paseó entre el jolgorio general la bandera pirata y la de España.