memoria perdida de un barrio
Santa Ana ha sido uno de esos barrios que dio lo mejor de su pasado sin pedir nada a cambio. Algunos vecinos han conservado la memoria para las nuevas generaciones, como se puede ver..
No se trata aquí ni de volver a contar las historias ya contadas, ni de soltar rollos, aunque estemos en el rollo de Santa Ana, sino de homenajear a vecinos y gentes de portales anónimos capaces también de hablarnos de este escenario vital que es León.
La primera parada nos lleva a la calle Páramo, una perpendicular entre la avenida Reino de León y la propia avenida Santa Ana, a un portal bien ciudado que homenajea lo que fue y ya no es el barrio.
Un barrio que bajó el telón en los años 80 con el derribo de soportales centenarios y subió al escenario otra estampa bien distinta, con casas para clases medias, repartidas entre quienes ya invertían sus ahorros para que el hijo tuviera donde vivir en León y leoneses capitalinos que veían la zona bien comunicada, ni centro ni extrarradio, con el Polígono X -otro hito de aquellos años- como frontera urbana con la Candamia y la carretera al Portillo.
Y así, aquella vieja estampa de portalones quedó presa de la piqueta, en una ciudad que asistió al espectáculo sin ver más allá. Con pena pero sin pausa, aquella vieja balaustrada de vigas centenarias y piedras acabó como si nunca hubiera existido.
De aquellos derribos quedó una casa, que muchos decían que era la de Durruti, como monumento a las prisas por crecer, hasta que también cayó. Todo quedó muy bonito, y hasta se ha colocado un monumento en recuerdo del anarquista leonés.
Judíos, moriscos, peregrinos... Qué diría el ilustre Berrueta, cronista que fue de León y primer descubridor del aroma que tenía el barrio, o qué diría la Pícara Justina, que en sus calles se encontraba como en casa.
Todo ya son historias. Historias de románticos, pero cuando pasen por la calle Páramo paren un momento para contemplar este portal. Dentro, junto a los buzones y la escalera, un dibujo describe lo que se vería al salir a la calle si los antiguos soportales hubieran soportado, nunca mejor dicho, el peso del cemento y los ladrillos. Fuera, en la puerta de entrada de la cochera, hay otra pintura de la imagen que quedó en la retina para muchos leoneses.
No se trata de nostalgia, sino de no perder la memoria.
m. c. c.