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PRIMERA VÍCTIMA ESPAÑOLA DEL ÉBOLA

Una delegación de leoneses acude al funeral del padre Pajares muerto por el ébola en Madrid

Tristeza en San Juan de Dios por la muerte por ébola del misionero con arraigo leonés

Miguel Pajares falleció ayer en el Hospital Carlos III de Madrid por ébola

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D. ROLDÁN / C. TAPIA | REDACCIÓN
León

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El personal sanitario y la comunidad de Hermanos de San Juan de Dios de León recibió ayer con consternación y tristeza el fallecimiento de Miguel Pajares, el sacerdote que pasó siete años (2000-2007) como capellán del este centro sanitario, donde ha dejado muchos amigos. El ébola acabó ayer con su vida en Madrid. Al funeral, que se celebra hoy a las 11.30 en la capilla del Hospital San Rafael en Madrid asiste hoy una delegación de personal de León, entre los que se encuentra el hermano superior de la comunidad de León, Clemente Gómez Pérez, el gerente del Hospital, Juan Francisco Seco, trabajadores y miembros de la comunidad religiosa de León. «El personal de León ha reaccionado muy mal. Miguel era una persona muy querida y desde León le han apoyado mucho», asegura el gerente, Juan Francisco Seco. «Teníamos esperanzas de que saliera adelante».

El epílogo comenzó entre las tres y las cuatro de la madrugada del martes. Los servicios médicos detectaron que Miguel Pajares sufría una parada respiratoria. Era el enésimo problema que había sufrido en los últimos días el misionero toledano. A sus problemas cardíacos —iba a venir a principios de septiembre para una revisión—, se le había unido un tifus contraído en Liberia. El ébola le dejó los riñones muy tocados y las defensas bajo mínimos. Los médicos decidieron, entonces, sedarlo. Ya era sólo cuestión de tiempo que Pajares falleciera, hecho que sucedió a las 9.28 horas de ayer. El religioso toledano se convierte en la primera víctima mortal del ébola en Europa.

Con la misma estricta disciplina con la que le trataron en sus últimos días con vida, los profesionales sanitarios, metidos en trajes que pueden alcanzar los 40 grados, se dispusieron a seguir el protocolo de Policía Sanitaria Mortuaria para preparar el cadáver en un féretro doble. El continente es como un ataúd normal, pero el interior se reviste con un sudario de tela especial y cremalleras. Una operación que se realizó de forma rápida para evitar la exposición del ébola. Ayer mismo fue incinerado en Collado-Villalba, el único tanatorio de la Comunidad de Madrid preparado para acoger a un enfermo de grado I, según indica el protocolo sanitario.

Ayer fue recordado por sus compañeros de León que hoy asistirán a una misa en el hospital de San Rafael, también en Madrid. La Orden de San Juan de Dios agradeció las muestras de apoyo y «el buen hacer de los profesionales sanitarios» durante los cinco días que el religioso toledano estuvo ingresado en el hospital madrileño tras ser repatriado junto a la hermana Juliana Bonahé que solo sufre unas fiebres tifoideas y está ingresada en la sexta planta del centro madrileño, donde permanecerá al menos 21 días. Un regreso que, ahora después de haber fallecido, su familia cuestionó.

«Creo que si hubiera muerto allí y se hubiera enterrado en el hospital de San José, hubiera sido más feliz», aseguró su prima Begoña Martín en la Ser. «La noticia nos ha sorprendido pero creo que es un final feliz, quizás el mejor, aunque parezca una barbaridad, porque si Miguel tiene que vivir con la pena de la muerte de sus compañeros del hospital de San José...», añadió la prima de Pajares, quien también mostró sus dudas sobre la eficacia del nuevo fármaco, ZMapp, que le estaban aplicando desde el pasado sábado y que el Ministerio de Sanidad aprobó de manera «excepcional» para tratar al religioso manchego de una enfermedad que alcanza el 90% de mortalidad.

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