Diario de León

DESFAVORECIDOS

Sorbos para alejar la soledad

El centro de día para transeúntes reabre a los primeros veinte visitantes del invierno.

Maite y Enrique toman un café en el primer día de apertura del centro de día para transeúntes de San Vicente de Paúl.

Maite y Enrique toman un café en el primer día de apertura del centro de día para transeúntes de San Vicente de Paúl.

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Carmen Tapia | león
León

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El frío y la lluvia empujaron ayer al centro de día de la sociedad San Vicente de Paúl ‘Concepción Arenal’ a los primeros veinte usuarios en el primer día de apertura tras la renovación del local. La sociedad, con la colaboración económica de Alimerka, ofrece en León el único refugio para transeúntes. Al cobijo de calor del café, los dulces, los juegos de mesa y los talleres de reinserción social pasaron 243 personas en 2013 que elevaron a 3.687 el número de visitas. La mayoría, el 85%, son hombres de entre 40 y 59 años. Las mujeres sólo representan el 10% (29). Mayte Pazos, gallega de 55 años, es una de ellas. Llegó el domingo a León procedente de Logroño y su primera noche la pasó en casa de unos amigos. «Busco trabajo en lo que sea», dice. Necesita 37 euros para sacar un billete que le permita volver a Galicia, a casa de su familia. «De salud estoy perfecta y puedo trabajar de pinche de cocina o fregando platos, que es lo que hacía en Logroño».

Julio tiene 25 años. Representa al 30% de los usuarios con menos de 40 años. Duerme en la azucarera de Santa Elvira sin agua, ni luz. «Salí de casa por problemas familiares. Tengo un problema de nervios que me vuelve incontrolable», asegura. Lleva en la calle dos años. «Estoy gestionando una ayuda. Me gustaría poder dormir en una casa. Pero necesito ayuda médica y no me atrevo a ir solo. Necesito a alguien que me acompañe. Dejé las pastillas que me mandaron porque me ponen peor, apenas puedo hablar y pierdo las fuerzas en las piernas».

Enrique es valenciano. Tiene 56 años y lleva en la calle desde el 2000 «por problemas familiares y porque trabajaba en el ladrillo y todo aquello se acabó». También duerme en la azucarera Santa Elvira. «Ahora está infestado de ratones. Lo que saco pidiendo no me llega para comprar pegamento para ponerlo en los cartones y atraparlos», confiesa. «Dormir allí es mejor que estar en la calle. No tienes ruido y entras a la hora que quiere». Asegura que no le gustan los lujos y es poco exigente con las comodidades. «Yo me presto voluntario para ayudar a limpiar aquello, pero alguien tiene que darme los materiales porque yo no puedo pagarlos».

Otros usuarios del centro duermen en este edificio de las afueras de León. «No queremos que se tire y no consentimos que se diga que es un gueto. Pedimos más respeto».

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