ASESINATO DEL PEQUEÑO IMRAN
La pareja detenida por el crimen del niño ejerció la prostitución en San Claudio
Los acusados llegaron a la ciudad después de abandonar el cadáver y permanecieron 10 días ocultos en un piso marginal.
Metió el cuerpo del pequeño de dos años en una maleta, salió de su casa en la calle Vázquez de Mella de Oviedo y, apenas medio kilómetro más allá, en un recodo de la vía del tren, entre los apeaderos de Vallobín y La Argañosa, abandonó el cadáver cubierto por la chilaba que le sirvió de mortaja. Ahí quedó Imram, con las cervicales rotas y una fractura vieja en el fémur, cubierto por unos arbustos, en la madrugada del sábado, mientras su madre, Fadila Chardoud, embarazada de tres meses, emprendía con su pareja, David Fuentes Varela, una viaje en autobús que les desembarcaría en León. Ayer, en su declaración, alegó que la tenía «totalmente engañada», que la había dicho que el niño estaba con su familia y lo volverían a ver en unos días, a la vez que la prohibió llamar por teléfono y ver la televisión.
Cuando llegaron a León nadie les buscaba todavía, ni empezaría a hacerlo hasta el miércoles, cuando se identificaron los restos que habían aparecido el lunes. No tenían dinero, ni familiares a los que agarrarse, pero apostaron por sobrevivir en la capital leonesa. Se prostituyeron los dos, cobijados en un piso del barrio de San Claudio, según informaron fuentes policiales, que inciden en que pudieron encontrar el refugio por medio de los contactos que hicieron al intentar adquirir droga para saciar su dependencia.
Fuera del entorno de marginación en el que entraron, el cerco se empezó a estrechar cuando el jueves las autoridades policiales en el Principado de Asturias dictaron una orden de búsqueda. Sus fotografías y sus identidades se hicieron públicas: en la Red, en los periódicos, en los telediarios, se distribuyeron las imágenes de la pareja para incitar a la colaboración ciudadana. Se buscaban pistas en Estepona, donde vive la familia de Fadila Chardoud y se habían conocido; en A Coruña, donde la familia de David Fuentes Varela reconocía no saber nada de él desde que hace cinco años le echaron de casa por su adición a las drogas; en Santander...
No se movieron de León, donde los agentes, después de las llamadas recibidas sobre todo que les localizaban en la estación de autobuses, barrieron el fin de semana los albergues y los comedores de beneficencia para encontrar su rastro. Por si acaso, advirtieron a los trabajadores sociales de que si les veían aparecer les dejaran entrar a las instalaciones, aparentaran normalidad y, seguidamente, dieran aviso. Ni aparecieron, ni habían pasado por allí en ningún momento. Ni por el Hogar del Transeúnte, ni por Calor y Café, ni por la Asociación Leonesa de la Caridad, donde comprobaron tras consultar la base de datos que tan sólo se refleja la coincidencia de los apellidos del hombre con alguien que pasó por allí «hace tiempo». Ninguno de los asiduos hizo mención sobre ellos, ni sobre la posibilidad de haberlos cruzado por la calle.
Se entregaron
No dio resultado tampoco el rastreo de la zona de prostitución de la avenida de Sáenz de Miera. Entre las habituales ninguna reconoció las caras de la ficha de búsqueda y captura, ni los agentes advirtieron semejanza con las mujeres apostadas desde la rotonda de acceso a Mercaleón hasta casi la puerta de la estación de autobuses. Nada, como comprobaron los policías locales que pasaron por la zona de manera repetida durante todo el fin de semana. El mismo resultado se encontró al otro lado de las vías, en los barracones de los antiguos trabajadores anejos a la azucarera Santa Elvira, que se han convertido en un espacio de ocupación frecuente. Ni una pista fiable. Nada de lo que tirar, como reconocían incluso a media mañana del martes, mientras desde el Principado de Asturias, con la presión social en aumento por la falta de resultados, se insistía en que la detención estaba cerca.
Pese a todas las pesquisas, resistieron en León 10 días. Hasta que no pudieron más. El martes pasado a las 15.15 horas, David Fuentes Varela cogió el teléfono, marcó el 112 y, tras escuchar a la operadora, avisó de que estaban en León: «Somos los que están buscando por el caso del niño de Oviedo». Cuando llegaron las patrullas de la Policía Nacional y Policía Local al parque Ángel Barja, en la calle Peñalba, en el barrio de Las Ventas, los encontraron uno por cada lado, tras una bronca. «No aguanto más», les confesó él a los agentes, antes de que los trasladaran a la comisaría.
Allí, separados, esperaron a que llegaran los agentes de la comisaría de la capital ovetense para hacerse cargo del traslado. No les tomaron declaración oficial, pero, en un momento de debilidad, según informaron fuentes policiales, la pareja de la madre hizo un amago de explicación: «Estábamos puestos, nos pusimos a discutir y le di un golpe al niño». Luego hicieron la maleta.