Unos vándalos roban material y causan daños en los huertos de La Candamia

«No cogieron los pimientos, no, que había que agacharse». Lo cuenta uno de los usuarios de los huertos sociales de La Candamia mientras observa los destrozos provocados por un grupo de vándalos en las instalaciones municipales paralelas al río Torío: puertas desvencijadas, cristales rotos, uralitas de los tejados reventadas, mallas de acceso llenas de agujeros. «Es hacer daño por hacer daño», resumen los jubilados, tras analizar que los únicos robos reseñados son una caja de herramientas valorada en alrededor de 400 euros y una motosierra cuyo valor se estima en 350 euros.

La escena se la encontraron ayer por la mañana los usuarios de los huertos cuando llegaron para dar un vistazo a lo plantado. Pero en lugar del rato agradable, el hueco en la malla, justo al lado de la puerta de entrada, adelantó lo que se encontrarían una vez dentro. Los vándalos, una vez forzada la valla de las instalaciones, empezaron su itinerario de destrozos por el almacén de uso común que hay en el entorno de la pradera, al que accedieron por el techo tras romper la uralita; una mecánica que repitieron en cinco almacenes de titulares de los huertos sin que encontraran nada de valor que robar, puesto que tan sólo se almacenaban aperos de labranza como azadas o palas y mesas y sillas que usan durante el bueno tiempo para sentarse fuera.

No se quedaron ahí en su repaso a las instalaciones, en las que entraron durante la noche del jueves al viernes tras aprovechar que no hay iluminación apenas. Los delincuentes reventaron un cristal lateral para entrar a la cabaña de madera que hay en la zona central y donde se agrupan las instalaciones de administración, gestión y reuniones. Allí se despacharon a sus anchas con los cristales del despacho principal y la ventana antes de salir, no sin antes destrozar dos puertas interiores del edificio y sus correspondientes marcos. Un balance de daños que se intentará arreglar a lo largo de la próxima semana con el concurso de los operarios de las brigadas municipales de obras, una vez que el Ayuntamiento de León compre los materiales necesarios para la reposición.

El ataque hace que los usuarios de los huertos de La Candamia hayan cogido respeto. «Ahora cualquiera se queda como hacíamos antes hasta última hora por aquí. Un poco de miedo sí que tenemos», admitieron ayer, mientras los agentes de la policía científica tomaban las muestras y pruebas para intentar esclarecer los hechos, después de que en un primer momento no aparecieran testigos que pudiesen aportar testimonio para seguir la pista de los autores. «No tiene sentido ninguno», insistían los jubilados, que forman parte de la comunidad social en la que se agrupan 180 familias que han convertido las instalaciones municipales en un pequeño pueblo.