Diario de León

¿DÓNDE ESTÁN?

Nueve personas permanecen desaparecidas en la provincia en los últimos 26 años

León tiene nueve 'sin rastro' desde 1988. Sólo en 2014 la Guardia Civil tramitó 55 casos, la mayor cifra de los últimos cuatro años

Los padres de Rocío Fernández, la joven asesinada en León hace diez años, aún esperan resolución del juicio

Los padres de Rocío Fernández, la joven asesinada en León hace diez años, aún esperan resolución del juicio

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PABLO RIOJA | LEÓN
León

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Sólo a lo largo de 2014 la Guardia Civil tramitó 55 desapariciones en la provincia, la mayor cifra registrada en los últimos cuatro años. «Todos fueron finalmente localizados», puntualiza Carlos Fernández, sargento jefe del Equipo de Delitos contra las Personas que se encarga de investigar —entre otros asuntos— homicidios, agresiones sexuales y secuestros. Un CSI español que pertenece a su vez a la Unidad Orgánica de la Policía Judicial de León.

Su trabajo, casi siempre en la sombra, supera cualquier ficción convirtiendo la «cruda realidad» en una rutina a la que nunca terminan de acostumbrarse. De las personas desaparecidas el pasado año, cinco fueron halladas muertas —«por causas naturales, no criminales»— 19 eran menores de edad y 17 reincidentes. Llama la atención que 47 de ellas se marcharon durante la época estival. Un patrón que suele repetirse como un bucle dentro de nuestras fronteras. «Son pocos los que se aventuran a dejar atrás sus hogares cuando las condiciones climáticas se presentan adversas», remarca el sargento Fernández. Y pese a que la eficacia de esta unidad suele ser elevada, la provincia cuenta aún con 9 personas sin localizar desde el año 1988. A todas ellas se las continúa buscando. «Anualmente solemos hacer un barrido y contactamos con las familias por si ha habido alguna noticia».

Nuevos tiempos

Las técnicas, al igual que el modo de proceder de los agentes han avanzado poderosamente en los últimos años. Todo ello destinado a facilitar el trabajo de la unidad y por ende a esclarecer cuanto antes los casos de desaparición. Ante cualquier nueva denuncia llevan a cabo una clasificación previa que se simplifica en desapariciones voluntarias, forzosas y por enfermedades —de tipo neurodegenerativas, trastornos mentales... etc—. «Nuestro primer gran objetivo es determinar la existencia o no de indicios de criminalidad, incluso en aquellos episodios que pueda parecer voluntario».

Un claro ejemplo de esta falsa voluntariedad tuvo lugar hace ahora 10 años. «Recuerdo que unos padres denunciaron la desaparición de su hija pero enseguida nos dijeron que estaba bien porque habían recibido mensajes tranquilizadores desde su teléfono móvil en los que la joven les decía que se encontraba con un amigo. Posteriormente se demostró que esos mensajes habían sido puestos efectivamente desde el teléfono de la víctima pero por el presunto autor del secuestro». La Unidad Orgánica de la Policía Judicial determinó que los SMS no utilizaban el lenguaje habitual de la desaparecida.

El segundo paso que siguen en sus procedimientos es el de investigar las desapariciones en colaboración con el resto de unidades territoriales e incluso con otras policías a nivel nacional. «También se nos ha dado el caso —prosigue Fernández— de encontrar a una persona mayor de edad y en plenas facultades que sin embargo nos dice que no quiere ser localizada». En ese supuesto, la Guardia Civil le comunica a la familia que ha encontrado a la persona pero no puede darle los datos de dónde se encuentra.

Asimismo, dividen a los desaparecidos como de alto riesgo y riesgo limitado. «Los denominados como DAR suelen ser sobre todo menores de edad pero también los hay mayores, aunque en este caso se les considera así siempre que haya riesgo para la vida, algún tipo de indicio de que no sea voluntario o los casos de violencia de género», puntualiza el sargento.

Ser catalogado como desaparecidos de alto riesgo implica que la unidad active el protocolo de manera automática. «Nos ponemos en contacto con la base de Madrid —donde se almacenan los datos de personas desaparecidas y cadáveres sin identificar— de manera que introducimos allí cada nuevo caso».

Dentro del DAR se encuentra el Servicio de Alerta Sadar. «Este supuesto busca la inmediatez, se entabla relación con los medios de comunicación para que hagan públicos los datos y así tener una mayor difusión para localizar al desaparecido cuanto antes», relata. El señalamiento policial es otro de los procedimientos habituales que esta unidad pone en marcha a menudo. «Aquí lo que hacemos es introducir los datos de un desaparecido en la base policial para que si algún compañero tiene información nos lo comunique».

En total, este equipo de delitos contra las personas está integrado por 7 profesionales, a los que se suman los equipos territoriales de Ponferrada, Villablino y Armunia, así como con la policía científica. En total rondan la veintena.

El azar, sumado a las nuevas tecnologías, juega también un papel importante a la hora de localizar a un ciudadano en paradero desconocido. Entre 2012 y 2013 nada se supo del paradero de C.F.L., un leonés natural de Villamañán que abandonó su hogar acuciado por los problemas laborales que de la noche a la mañana se presentaron en su empresa. «Dimos con él en Algeciras gracias a unos extractos de banco y a google maps», relata a este periódico uno de sus hijos. Al parecer, pese a que la herramienta pixela las caras de las personas que retrata en sus fotografías, le reconocieron por la vestimenta mientras disfrutaba de una bebida en la terraza de un bar. En la actualidad, este hombre ha vuelto junto a los suyos y ya se ha jubilado.

Uno de los grandes interrogantes que se plantean los familiares cuando se enfrentan a una desaparición es cómo deben actuar. En este sentido, el sargento Fernández aconseja hacer la comunicación oficial «lo antes posible» sin que sea necesario —como comúnmente se cree— que tengan que transcurrir 24 horas. «Una cosa es que lo denuncies y otra que lo comuniques». La rapidez resulta determinante para que la comunicación entre los diferentes Guardias Civiles ayude en la búsqueda. Muchos de los casos que tienen que ver con personas menores de edad suelen estar vinculados a discusiones familiares. «Los padres nos llaman porque su hijo se ha marchado de casa. Enseguida establecemos conexiones, hablamos con amigos, conocidos... y así resulta más sencilla su localización». De todos modos, como demuestran los datos, los jóvenes no son más proclives a dejar su domicilio, aunque «sí suelen ser más reincidentes», remarca Fernández. «Lo que más nos encontramos normalmente es gente con problemas psicológicos, personas que viven solas y que llegado el momento deciden dejarlo todo y marcharse», finaliza.

Habituados al sufrimiento de las familias, no es raro que en alguna ocasión actúen también como improvisados psicólogos. Para esta unidad, como para otras tantas fuerzas de seguridad, no existen los horarios, cada segundo vale su peso en oro, cada pista, por insignificante que parezca, se tiene en cuenta. Anónimos para la gran mayoría, ángeles para quienes solicitan su ayuda.

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