Diario de León

TRIBUNALES

Caso Larralde: un homicidio, un robo y un secuestro

El supuesto cerebro del plan prestó esa noche un camión al acusado de los disparos para robar un trailer de colonias; un amigo de este último fue secuestrado por allegados a la víctima.

La Policía Nacional, junto a la zona en la que apareció el cadáver

La Policía Nacional, junto a la zona en la que apareció el cadáver

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La instrucción del crimen de Roberto Larralde, que ha cambiado de jueza por la baja de la titular de Instrucción 3, considera «indiciariamente acreditado» que Julio L.D., el supuesto cerebro de la trama y Miriam C.J., la esposa de la víctima indujeron presuntamente el delito por el interés en consolidar una relación sentimental que se veían obligados a llevar en secreto. «Me había acostado con ella cuatro o cinco veces, pero también estaba con otras mujeres a la vez», declaró Julio a la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta de la Policía Nacional de León. «Teníamos una relación de pareja desde hacía cuatro meses», explicó ella.

La investigación analiza si el supuesto autor de los disparos, José Ramón V.M. trató de robar también ese día un trailer de colonias, para lo cual pidió una cabeza tractora a Julio. Igualmente, la Guardia Civil tiene constancia de una denuncia por el presunto secuestro en Ardón de un varón amigo del presunto autor material de los disparos, al que allegados a la víctima propinaron una paliza y metieron en el maletero de un vehículo del que consiguió saltar en marcha y escapar. Fue el 18 de septiembre, la mañana del mismo día en que apareció el cadáver de la víctima.

Imputado en un crimen

Las diligencias abiertas constatan que uno de los posibles participantes en los hechos es un joven al que se imputa la muerte a puñaladas de un joven en el Barrio Húmedo en octubre del año 2012 y por las que se entregó en la Comisaría de Policía de León después de haber huido a Madrid.

La instrucción considera que en el crimen hubo otros dos cooperadores necesarios. El detective privado Froilán A.S. entregó a Carlos R.C. (un empleado de Julio) el teléfono móvil del presunto autor material de los disparos, para despistar a la investigación y que el informe de posicionamiento de su teléfono revelara que a la hora en la que se produjo el crimen, el móvil estaba en un lugar bien alejado de la escena del homicidio.

Además le dio una lista de teléfonos a la que llamar para estar protegido en el caso de que se le investigara y demostrar que había estado conversando por teléfono con otras personas y que no tenía nada que ver con la muerte violenta de Larralde.

«Existen indicios suficientes para imputar la ejecución material del delito a José Ramón, que causó presuntamente la muerte de la víctima solo o con la colaboración de terceros cuya identidad no se ha averiguado, al haber sido quien lo llevó al lugar donde fue hallado el cadáver días después. Lo hizo por indicación de Julio y con la coincidencia de ser de su propiedad y manejada por él la máquina excavadora con la que fue enterrado el cadáver».

Julio manifiesta que a la hora del crimen estaba de viaje a Madrid junto con la esposa de la víctima y otras dos amigas más de ella. Iban a llevar a una de las jóvenes a la capital para tomar un tren. Antes de salir, reconoce que entregó 200 euros al autor de los disparos en un bar. «Le debía dinero», se justificó. Le había pedido con cierta insistencia una cabeza tractora de camión para ir «a sustraer» dice el auto un cargamento de colonias de un trailer que estaba aparcado junto a Marmolería Leonesa.

Sobre las 22.00 horas se reunieron en la gasolinera de Ribaseca los dos supuestos inductores del crimen y las dos amigas de la joven. Llegaron los cuatro a Madrid a la 1.00 de la madrugada. Cenaron en el Paseo de La Castellana y la pareja durmió en Móstoles.

Poco antes de esas horas, José Ramón había quedado con Roberto. «Julio me pidió que lo llevara a la gravera de Santa Olaja y que le dijera que me explicara cómo hacer para darles el palo a unos que tenían chocolate (hachís)». Mientras esperaba la llegada de Larralde, mantuvo relaciones sexuales con una prostituta rumana en su furgoneta por espacio de media hora. En ese tiempo, la víctima le llamó. «Le dije que se esperara, que estaba ocupado».

Un extranjero

En torno a las 23.00 horas se produjo el encuentro. «Yo me fui de allí y le dejé con dos tipos a los que no conocía. Uno era extranjero y otro parecía español. Intenté hablar con ellos pero no quisieron darme conversación».

Al amanecer, según la versión de José Ramón, los mismos individuos volvieron a llamarle para pedirle que trajera la excavadora. «Pensé que era para algo del tema del chocolate». Siempre según sus manifestaciones, fue una tercera persona que estaba con los dos de la noche anterior quien condujo la máquina.

Ya el martes 16 de septiembre, a las 16.30 horas, Miriam llamó a Julio desde un teléfono fijo. Le dijo que la familia Larralde sospechaba que él tenía que ver con la desaparición de Roberto. Lo corroboró una llamada de un primo de la víctima, que le pidió que acudiera a Campo de Santibáñez. Un grupo de familiares lo estaban esperando. Le preguntaron con mucha insistencia por el considerado autor material de los disparos y por un robo de colonias. Tenían constancia de que Ramón había sido la última persona con la que había hablado Roberto.

Tras aparecer el cadáver de la víctima, familiares del fallecido se personaron en casa de Miriam. Fue agredida. «Oí decir que venían a por mí con una pistola». La Guardia Civil la rescató. Fue atendida en el Hospital.

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