Los alumnos del Quevedo entran a clase cantando

Los 650 alumnos del colegio Quevedo ya se han olvidado de la sirena que cada mañana, a las nueve en punto, daba la alerta para que poco a poco fueran entrando en el centro, tomando posiciones en sus clases y pupitres. El molesto sonido de la sirena ha sido cambiado por canciones, que cuidadosamente seleccionadas en función de la efemérides del día o en relación a algún hecho destacado, ya sea positivo o negativo, se hacen sonar en el patio mientras los pequeños están formados en sus filas por curso. Por megafonía también se les explica por qué se ha elegido el tema y el motivo de la selección.

«Hemos notado que los niños atienden a la música, suben más relajados y tranquilos y participan, porque si les pones música acorde a su edad o tradicional bailan y cantan mientras entran a clase», explica el director, Federico Gil. El cambio fue propuesto por un padre al Consejo Escolar del centro y respaldado por unanimidad. Ahora, el jefe de Estudios, Pablo Tejerina, y la profesora Ruth Martín, se encargan de esta tarea. De estar pendientes de qué canción poner cada día y de evitar que los temas se repitan, ya que los pequeños tardan unos diez minutos en entrar y deben escoger al menos un par de canciones para los 177 días lectivos.

Las canciones de ayer fueron La mujer que yo quiero, de Joan Manuel Serrat y Yo no soy esa, de Mari Trini. Los dos temas fueron pensados con motivo del Día de la Mujer y ya el viernes los alumnos del Quevedo escucharon I´m every woman, de (Whitney Houston y She works hard for the money, de Donna Summer. Este colegio leonés, ubicado en el entorno de la glorieta de Pinilla, es British Council y, por este motivo, durante las festividades de cada uno de los estados que forman parte del Reino Unido dedican una semana a temas relacionados con Escocia, Gales o Irlanda. Cuando fallecieron los seis mineros del pozo Emilio del Valle, en el patio del colegio sonó por megafonía El cant dels ocells, de Pau Casals, una melodía que suele emplearse en los minutos de silencio.

Los vecinos del barrio también sufrían la sirena e incluso llegaron a protestar. «No lo habíamos pensado, pero es cierto que la sirena puede ser molesta y puede asociarse a peligro», reconoce Federico Gil. Ahora el colegio ha recibido varias felicitaciones y varios correos. «Cuando murió Paco de Lucía pusimos Entre dos aguas y una vecina nos llamó para felicitarnos por la elección», comenta el director del colegio.

Música clásica

Hace ya varios cursos que los niños del Quevedo entran a clase cantando, aunque el proyecto inicial fuera con música clásica y dentro del centro. Sin embargo, como el ritmo de entrada a las aulas es escalonado, la música acababa irrumpiendo en el inicio de la clase para algunos niveles. Ahora, con el nuevo sistema basado en efemérides y hechos actuales destacados, la música sólo suena en el patio y en el momento en que el último niño accede al centro, la música se apaga. El proyecto con la música clásica buscaba «el orden y que los alumnos subieran en silencio», además, los pequeños también podían conocer la obra que sonaba ya que se indicaba en la pizarra colgada a la puerta del colegio, como continúa haciéndose ahora. Desde que han cambiado el sistema, los tiempos van más acordes y los vecinos del barrio están más contentos.