Diario de León

TRADICIONES LEONESAS

Un credo por el Cristo de Matasiete

León recupera la hornacina de la mítica rinconada que estaba vacía desde 1977

El Cristo ha sido repuesto en la hornacina y se ha recuperado todo el entorno del soportal

El Cristo ha sido repuesto en la hornacina y se ha recuperado todo el entorno del soportal

Publicado por
Á. CABALLERO / M.C. CACHAFEIRO | LEÓN
León

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A la rinconada de Matasiete no había quien la rezara desde 1977. Por entonces desapareció el Cristo que los vecinos habían costeado con sus aportaciones. Aquel Cristo que se guareció en la hornacina para dar testimonio del recodo de la ciudad en el que, en 1330, según recogió el cronista Máximo Cayón Waldaliso, hubo «una descomunal pelea al arma blanca, de la que resultaron siete hombres muertos y otro malherido, que luego murió (el caballero don Juan de Velasco, llevado a enterrar al Monasterio de Sandoval)». Una parada en el callejero de la ciudad antigua que, 38 años después de que los vecinos perdieran la costumbre de ponerle velas al Cristo de la Buena Muerte siempre que había algún enfermo, recupera la esencia gracias a la labor de las brigadas municipales de Patrimonio.

El altar se levanta de nuevo con la imagen del Cristo dentro de la hornacina a partir de la rehabilitación del soportal de Matasiete que se asoma a la Plaza Mayor, «construido con el sistema de pies derechos de madera y cuyo estado de conservación era bastante precario», según trasladó el consistorio, que ha tenido al concejal Julio Cayón como uno de los valedores para la recuperación del enclave. Esa rinconada en la que el mítico periodista Carmelo Hérnández Moro, «Lamparilla», encabezó en 1927 la restauración a partir de la recogida de donativos para erigir la imagen y dos faroles, hechos por el maestro hojalatero Santiago Becerril, quien copió el modelo del Santo Viático de la iglesia de San Martín.

Pero el Cristo de la Buena Muerte de Matasiete desapareció en 1976, a pesar de que su espacio fue ocupado «el domingo 25 de septiembre de 1977 por la inicitiva de la Asociación de Vecinos del famoso Barrio Húmedo», de acuerdo al testimonio dejado por Cayón Waldaliso. Un esfuerzo que no evitó que de nuevo desapareciera en los años noventa para dejar huérfana la rinconada en la que ahora, junto con la hornacina, se ha rehabilitado todo el entorno de la fechada en la que se cobija. «El obispo de la diócesis, José Álvarez Miranda, de grata memoria, concedió una gracia espiritual para que los que devotamente rezaron un Credo a este Cristo», dejó escrito el cronista de la ciudad. Allí, a cien pasos de la hornacina de la Inmaculada que se abisma a las escalerillas del Benito, ya se puede volver a rezar.

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