CRISIS EN LA DO
El descontrol del sello Cecina de León obliga a dimitir en bloque a la directiva
Parte de la producción escapa a la supervisión del consejo y enfada a los empresarios
Uno de los productos agroalimentarios más señeros de la provincia, con dos décadas de vigencia de su etiqueta de calidad, vive los momentos más convulsos de su historia como sello tras la dimisión en bloque de la junta directiva del consejo regulador. Ahora, una gestora, impuesta por la Junta, llevará el timón de la IGP Cecina de León hasta que se constituya el nuevo gobierno autonómico y la Consejería de Agricultura y Ganadería se ponga en marcha y convoque nuevas elecciones.
Aunque las dimisiones se hicieron efectivas en el pleno celebrado hace unos días, el hecho es que los seis industriales (a excepción de uno) y los seis suplentes que acompañaban a la presidenta, Natalia Ordóñez, ya habían ido dejando su cargo en el último año por la disconformidad con la gestión de la responsable del consejo, elegida en el verano de 2013.
Según ha podido conocer este periódico, la raíz del problema que ha soliviantado a la mayoría de las dieciséis empresas que integran la etiqueta de calidad, está en las piezas que deben ser o no etiquetadas o sometidas al marcaje de la IGP. La presidenta intentó desde el principio de su mandato encauzar una situación «ilegal que obligaba a cambiar las normas, pero no se entendió y no lo aceptaron», reconoció ayer a este rotativo.
La intención planteada pasaba por no limitar la producción de los socios de la etiqueta a las cuatro piezas de las vacas homologadas bajo el sello Cecina de León, es decir, babilla, tapa, contra y cadera. De manera, que no fuera obligatorio que otras partes de este ganado vendidas como cecina pasaran los controles del Consejo, aunque no podrían, en ningún caso, utilizar el nombre Cecina de León.
Cuando abrió la puerta a esta posibilidad, empresarios se lanzaron a poner el producto en el mercado «camuflado» como certificado, con el consiguiente malestar entre «los que somos honrados y pagamos al consejo cada pieza que certificamos», asegura uno de los productores disconformes con la gestión de Ordóñez. «No estamos de acuerdo con la libertad que se ha dado a la hora de la producción, así no se va a poder sostener el consejo, porque vive de las piezas que certifican y cada año se certifican menos».
El hecho es que el mercado los loncheos de este producto son muy similares y se confunden aquellos procedentes de las piezas homologadas y los que llegan de otras partes de la vaca, también vendidas como Cecina de León, en muchos casos.
El Consejo Regulador certificó el pasado año 60.000 piezas, una cantidad muy alejada del récord que consiguió en 2012 con más de 101.000. La IGP exporta 16% de su producción a 23 países de tres continentes: Europa, Asia y América.
Precisamente esta bajada de las piezas certificadas, es otra de las tachas que la mayor parte de los empresarios achacan a la gestión de la ya ex presidenta.