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Majo llega a la Diputación más plural con el diálogo como reto

La votación del presidente fue por elección nominal en una situación inédita; él mismo lo propuso. En Común y C’s optaron también por la abstención y UPL y Coalición por el Bierzo le dieron su apoyo. La etapa de diálogo que abre otorgó al alcalde de Coyanza un voto de confianza de toda la corporación.

Martínez Majo recibe el bastón de mando de su antecesor, Emilio Orejas.

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A.G. Puente/M.A. Zamora | León
León

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Una fórmula inédita en la institución en la votación para la designación del nuevo presidente: la elección nominal. Fue a petición del propio alcalde de Valencia de Don Juan, quien optó por esta vía contemplada en la ley «porque quería comprobar por su propia voz qué votaban los cuatro representantes de las cuatro formaciones que tienen un solo escaño», explicó Juan Martínez Majo, después del acto de investidura.

Nadie presentó ni una sola objeción a la fórmula planteada por el diputado del PP, minutos después proclamado como presidente. Fue el único candidato proclamado en ese mismo instante, tras presentar él mismo su nombre como aspirante al cargo. Y en la votación, otro nuevo guiño a los nuevos tiempos que las urnas del 24M han instalado en la vida política de la provincia: ningún sufragio en contra. Todos los partidos optaron con su decisión por entregar a Martínez Majo un voto de confianza para revitalizar la Diputación y potenciar aún más desde su papel de tutora de los ayuntamientos de menos de 20.000 habitantes su labor «en la generación de riqueza y en la lucha contra el paro y la despoblación», tal y como se comprometió el alcalde de Coyanza.

Los ocho diputados socialistas, el representante de Ciudadanos y el de la Coalición en Común optaron por la abstención, mientras que el diputado de la UPL y el de Coalición por el Bierzo decidieron dar su voto directamente a Juan Martínez Majo, que sumó así quince (con los trece previamente cosechados por el PP para su candidato incluido el del propio aspirante).

A las 12.45 horas fue proclamado presidente por el diputado socialista Luis Rodríguez Aller, integrante de la mesa de edad como el diputado mayor de la corporación provincial. En ese momento, colocó la medalla y le entregó la insignia de la provincia. El otro miembro de la mesa de edad, el más joven, el alcalde de Valdelugueros y su predecesor en el cargo, Emilio Orejas, fue el encargado de transferirle el bastón de mando.

Un fuerte y prolongado aplauso siguió a la proclamación del nuevo presidente y la entrega de sus atributos. «Buenos días y llegó el momento», dijo antes de iniciar la lectura de su discurso, un documento de diecinueve páginas en las que esbozó las principales líneas de su programa, defendió el papel de las diputaciones y su futuro y reclamó la financiación suficiente para prestar los servicios a los ciudadanos con garantías.

Entre los invitados, su madre, su hermana y sus tres hijos, también decenas de alcaldes y presidentes de juntas vecinales, las principales autoridades de la provincia, el delegado del Gobierno en Castilla y León y otros cargos de la Comunidad, así como el ya colega, y recién nombrado presidente de la Diputación de Valladolid, José Julio Carnero.

A la hora de jurar su cargo como diputado, un frágil y afónico hilo de voz salió de la garganta del nuevo presidente. No pudo contener su emoción y nerviosismo, la tranquilidad llegó después, con el discurso: veinte minutos más sosegados con pausas y gestos al auditorio.

Los diputados del PP optaron por la fórmula del juramento, a excepción de Ángel Calvo y Francisco García, mientras que los socialistas prefirieron prometer, al igual que el representante de C’s, el de la Coalición En Común y el de UPL. La fórmula más personal fue la elegida por el diputado de Coalición por el Bierzo, Pedro Muñoz, que juró en el nombre de su comarca y al terminar la frase protocolaria coronó con un «así sea», que tuvo respuesta irónica. «Amén».

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