Diario de León

Verano entre piezas de un robot

Arranca el Campus Tecnológico de la Universidad, que se celebrará en tres turnos hasta el 17 de julio, con sus 180 plazas cubiertas para niños de 6 a 16 años.

Los chavales pudieron empezar ayer mismo a conocer el mundo práctico de la robótica y la impresión en 3D.

Los chavales pudieron empezar ayer mismo a conocer el mundo práctico de la robótica y la impresión en 3D.

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A. Calvo | León
León

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Impresoras 3D, videojuegos o robots construidos por ellos mismos son algunos de los retos a los que se enfrentan de una manera lúdica los primeros 60 alumnos del Campus Tecnológico que arrancó ayer en el edificio del Crai-TIC de la Universidad de León y que imparte la academia leonesa Play Code. Los niños de 6 a 16 años se sumergen durante una semana, desde las nueve de la mañana hasta las dos, en la programación, la robótica y el diseño gráfico «para pasar de ser simples usuarios a convertirse en creadores y expresarse como ellos quieran», apuntó el director de la academia Play Code, David Gutiérrez.

«Esto no es alta tecnología, ¡es lo siguiente!», exclamó uno de los pequeños de entre 7 y 8 años mientras la impresora 3D iba creando una pequeña espada en azul que ellos mismos habían elegido. El Campus Tecnológico arrancó ayer y hasta el próximo 17 de julio 180 pequeños pasarán por los diferentes talleres en los tres turnos que se han organizado en esta primera edición. La demanda ha sido tal que más de medio centenar de niños se han quedado sin plaza para este innovador campus universitario, pionero en Castilla y León.

«Venimos al campus para trabajar y divertirnos, porque nos gustan estas cosas del ordenador», comentaron Isaac, Diego, Martín e Iván mientras construían con piezas de Lego un robot para el que deberán desarrollar un mecanismo que les permita levantar un peso. Eso, después de haber construido un «clipper», que es «un monstruo que explota en el ordenador». «Las clases son muy abiertas y los niños tiran de imaginación al máximo mientras trabajan en equipo y el resultado final siempre es desconocido», explicó David Gutiérrez.

El grupo de los alumnos del campus con más edad se aplican de forma diferente. «Me gusta la robótica y programar robots», apuntó con 12 años Óscar Mayo a punto de comenzar la clase con los videojuegos. Carmen Pastrana, también de su edad y una de las pocas chicas que participan en el campus, apuntó que durante la primera mañana ya habían visto impresoras en 3D, diseñado objetos en 3D en el ordenador y que se estaban preparando para la clase de videojuegos, con la que sentará la bases para «si un día quiero hacer un videojuego en mi casa lo puedo hacer porque sabré cómo y si de mayor soy algo relacionado con la informática ya sabré cosas», apuntó tras ratificar que le «molan los videojuegos».

«Dentro de unos años pasará con la programación lo mismo que ahora pasa con el inglés, que si no lo sabes estás perdido», concretó Gutiérrez, tras explicar que los pequeños participantes en el campus también aprenden programación por bloques, de forma que se acercan al lenguaje de la informática de una manera más dinámica y sencilla para poder dar determinadas órdenes. De momento, ya saben cómo, a través del programa Code Scratch, «cambiar una orden a un muñeco para que puedas comer a otro muñeco o ganar la partida», resumió el pequeño Miguel López. También serán capaces, a través de un mando que ellos mismo construirán, de enviar determinadas órdenes al ordenador para que éste realice alguna acción sin tocar, precisamente el mando, ya que éste estará conectado a una fruta o a un compañero y con sólo tocarle y transmitirle energía el ordenador recibirá el mensaje correcto.

Lo que no cambia, estén dónde estén, es la imaginación y el sueño de los pequeños. Ante la pregunta de qué imprimirían en 3D si pudieran ellos lo tienen muy claro: «Oro, macarrones y la mayor tableta de chocolate del mundo».

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