Buenos días, princesa
Decididos, con paso firme y la mirada al cielo a la espera de que el verano perdido no le pase factura. Los becarios llegan de nuevo a la redacción de esta cabecera, pero esta vez quieren hacer partícipes a los lectores de lo que pasa en este su querido Diario.
Querido diario (de León): «Esta es una historia sencilla, pero no es fácil contarla. Como en una fábula hay dolor. Y, como en una fábula, está llena de maravillas y color».
Este cuento se macera en ollas a temperaturas elevadas por los dedos de unos neonatos juntaletras que sonríen, atontados, frente a la pantalla de un ordenador tratando de descifrar los entresijos de ese oficio que, al igual que a Márquez, les resulta el más bonito del mundo. Es fermentada por un hongo mucho más potente que la levadura: unas ganas de comerse el mundo que, hasta que se demuestre lo contrario, sembrarán nuevas cepas de optimismo periodístico. Y, finalmente, está enfriada por un necesario soplo de aire fresco.
¿El resultado? Lamentablemente no tiene tres dedos de espuma, ni su dorado color ha sido extraído tras un arduo trabajo de aquellos siete enanitos que cuidaban de Blancanieves.
El resultado se sirve en papel y pretende hacer perder protagonismo al cruasán matutino. Huele a trabajo bien hecho, a verano bañado por un cloro solamente presente dos horas diarias. Sabe a ilusión, a esperanza, a inocencia. Suena a heavy metal, a grito ensordecedor, a un decidido Tom Wolfe confesando a su madre que ha cambiado piano por libreta. Y culmina el sueño de unos becarios que desean saludar de lejos a la época estival.
Había amenazado con volver y créeme, Diario mío, que toda la noche soñando contigo se ha convertido más bien en un invierno bastante largo (aunque suavizado por la climatología mesetizada de Pucela). Nunca hemos ido al cine y ni siquiera recuerdo si llevaba puesto aquel vestido rosa que tanto te gustaba, pero he pensado mucho en ti. Por eso he vuelto a casa tan bien acompañada.
Somos esos becarios que pisamos decididos la redacción de un periódico el mismo día que entra en vigor la maldita ley Mordaza, ¿coincidencia? Permíteme que lo dude.
Somos el futuro encerrado en un coche casi de juguete color amarillo chillón y hemos llegado para pasar el mejor (no) verano de nuestras vidas.
¡Que empiece el Rock and Roll!
miriam badiola