Diario de León

VIVIR A ORILLAS DE LA VÍA

Una vida viendo pasar el tren

El apeadero de Buen Suceso es uno de los pocos que aún se mantiene en pie, concretamente el único de la zona que sube a Asturias. Esta labor se debe, en parte, a la tarea de mantenimiento que la familia González ha ido realizando año tras año en la que es su residencia de vacaciones durante los meses de verano.

La familia González lleva 34 años veraneando en el apeadero de Buen Suceso.

La familia González lleva 34 años veraneando en el apeadero de Buen Suceso.

Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

A un antiguo trabajador asturiano de la Renfe se le dio, hace ya 34 años, la opción de elegir una de las viviendas anexas a los apeaderos del tren que efectuaba el recorrido que unía León con Gijón.

Entre la de Villasimpliz y la de Buen Suceso, el caballero decidió firmar un contrato de alquiler con Adif que le vinculase con el de esta segunda localidad.

El señor en cuestión tuvo descendencia, generaciones y generaciones de pequeños ovetenses que amaban pasar sus veranos junto a las vías de un tren que ya no hace parada sino que solamente transita. Estamos hablando del abuelo de Manuel, quien junto a sus padres, su hermano, sus dos sobrinos, una amiga y su perra decide mantener perenne la tradición del verano ferroviario de la familia González.

Unos arcos al más puro estilo mozárabe dan pie a un acogedor pórtico a cuya derecha calienta, al sol, el agua de una piscina desmontable que yace sobre el terreno en el que se han criado, verano tras verano, tres generaciones diferentes de González. Así, todos los junios de los último treinta y cuatro años los más mayores llegan a Buen Suceso para dejar todo listo a la espera de que los niños finalicen el curso y se hospeden, hasta que el colegio vuelva a solicitarles de nuevo, en las paredes de esta antigua construcción.

Más allá del simple disfrute de un verano completamente tranquilo, Manuel y su familia también se encargan del mantenimiento del viejo edificio. «Ya tuvimos que cambiar los techos y también tenemos pensado pintar las paredes, porque además de pagar un alquiler, corremos con todos los gastos que la vivienda genere, entre lo que están los arreglos», explica conocedor de que «si nosotros no estuviéramos aquí, esto se iría al suelo».

En cuanto a la relación establecida entre la familia inquilina con sus caseros, Adif, se trata de un vínculo más bien limitado, con una escasa preocupación por el trato que se le está dando. «Hace cuatro años, vinieron los de seguridad de Renfe a controlar las matrículas de los coches, pero fue la única vez que mostraron alguna preocupación». Tan escueta es la comunicación entre las partes, que la familia desconoce si existe opción a compra, un hecho por el que no se han preocupado mucho, aunque «si no nos pidieran una talegada sí que lo compraríamos», comenta haciendo hincapié en la cantidad de años que llevan pagando el alquiler.

«¡Cuántos quisieran tener la casina esta para poder vivir y más según están las cosas ahora!», comenta entusiasmado sobre su vivienda y mira hacia la derecha avisado por el sonido de un tren que se acerca. «No se puede estar más a gusto, ni siquiera te enteras de los trenes que van y vienen, es una zona muy tranquila en la que no te molesta nadie».

mIRIAM bADIOLA

tracking