Los puentes del Esla y el Porma y el yacimiento de Lancia

Salvar el Porma con un puente de 450 metros obliga a elevar una estructura que será referente en el curso de la A-60. El armazón del viaducto se deja ver ya en medio de esa brecha que reúnen el cauce fluvial y las dos orillas en la traza de la autovía, que se despejó por la crisis financiera al final de la década pasada. En los veinte kilómetros del tramo norte de la vía de alta capacidad que deberá de unir la capital leonesa y un futuro nudo de comunicaciones en Santas Martas a lo largo del 2017 (según previsiones del Ministerio de Fomento) se acumulan otras dos referencias de enjundia. Una, el paso del río Esla, que está proyectado sobre un viaducto de 750 metros para superar el río y dar continuidad a la plataforma que salta la carretera Nacional 625. Otra, entre riberas, se focaliza en ese punto crítico del yacimiento de Lancia, que salió a luz precisamente por la obras de movimientos de tierra necesarias para el avance del trazado de la A-60. En medio de ese paréntesis ribereño se esconde el devenir de la ejecución de la autovía según la última actualización de plazos y fechas que soporta una obra que lleva más de dos décadas dando tumbos entre los cajones del Ministerio y los Presupuestos Generales del Estado. El último empuje llega con una previsión de 71,9 millones de euros y un horizonte de trece kilómetros para ensamblar la pieza completa y unirla al puzzle con el tramo León-Puente Villarente, ya en servicio. El ritmo de las obras ha tomado un tono ascendente, de optimismo, desde el verano.