León busca un uso para el Ifycel tras 8 años parado y 3,8 millones invertidos

Ahí está desde que lo inauguró Mario Amilivia en abril de 2007. Sin ningún uso más allá de acoger una docena de actividades desde entonces y servir como almacén para las bandas de música de las cofradías de Semana Santa. Poco más. En este resumen cabe la rentabilidad que se le ha sacado durante sus 8 años al que fue bautizado como Instituto Ferial y Centro Empresarial de León (Ifycel). El proyecto, ideado con una inversión de 3,887 millones de euros, duerme en los bajos del estadio de fútbol. Un activo que el nuevo equipo de gobierno quiere poner en valor mediante la búsqueda de un uso propio, externo e, incluso, mixto, como se advierten los responsables del consistorio, que inciden en que lo que no puede suceder es que permanezca varado.

No se trata de un pequeño espacio ni mucho menos. El Ifycel cuenta con más de 6.200 metros cuadrados prácticamente diáfanos en la planta baja, así como otras dos plantas de más de 1.500 metros cuadrados cada una con capacidad para oficinas e incluso un pequeño auditorio para charlas y actividades. Casi 10.000 metros cuadrados equipados y repartidos bajo la grada de preferencia del estadio de fútbol, con la entrada por la avenida Sáenz de Miera. Una infraestructura con muchas posibilidades, según insisten desde el equipo de gobierno municipal de León.

Sin embargo, por ahora no hay una decisión clara sobre el futuro de las instalaciones. Ni siquiera está asentado si se quiere sacar a concurso su gestión completa, por partes o mediante convenios de uso para que el Ifycel se ponga en valor. Sí que queda cerrado que no puede destinarse en un medio y largo plazo para la celebración de ferias, como se había pensado cuando fue concebido, puesto que el recinto ferial del Palacio de Congresos se prevé que esté operativo en el primer trimestre de 2017.

En el olvido queda ya la idea de que sirviera como complemento de las ferias organizadas por Ifema Madrid, como se anunció hace ocho años. No queda nada tampoco de la sociedad conjunta que se creó para gestionarlo, en la que estaban además del Ayuntamiento, la Junta —con el ahora alcalde y entonces consejero de Fomento, Antonio Silván, como cabeza visible—, la Diputación Provincial, Caja España-Duero y la Cámara de Comercio de Industria. Cinco socios que hicieron inoperativo el consorcio desde un principio por la falta de voluntad para rubricar las aportaciones de cada partes y sus correspondientes funciones, como pasaba con el estamento cameral, que quería quedarse con la gestión. Unas luchas internas que dieron al traste con el proyecto ya en el mandato del PSOE y la UPL, sin que el equipo de gobierno siguiente, con la mayoría absoluta del PP, hiciera más que dejarlo morir por inanición. Ahí sigue. A la espera de encontrar un uso para sus 3,887 millones.