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El sacerdote que vigilaba la ‘caja fuerte’ del Vaticano

De administrar la millonaria fortuna de la diócesis de Astorga a las tentadoras intrigas de los pasillos vaticanos .

Vivienda en Celada, propiedad de Vallejo.

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M. ROMERO | LEÓN
León

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Fue administrador de una fortuna millonaria sin tener formación en economía o finanzas. Con Lucio Ángel Vallejo a la cabeza de las cuentas del Obispado de Astorga, las colectas y cuotas parroquiales aportaban a la caja diocesana millones de euros cada año. Actualmente vivía en un apartamento en Roma y su despacho, anejo a la columnata de San Pedro, estaba muy cerca del que tuvo en su día Joseph Ratzinger. No era obispo, pero ya vestía la sotana de rito latino negra y el fajín morado de los prelados de honor que le confería su estatus de secretario de Asuntos Económicos de la Santa Sede, un cargo que le metió de lleno en las intrigas que rodean los dineros de la Iglesia. Este fin de semana, el aura de este controvertido sacerdote de 54 años quedaba empañada por un nuevo escándalo vaticano.

Vallejo Balda nació y se crió en la población riojana de Villamediana de Iregua. Empezó sus estudios en el seminario de Logroño. En Burgos realizó Teología Espiritual y después hizo estudios de Derecho en la Universidad a Distancia. Su primer destino fue en Puebla de Sanabria. En este tiempo conoció al entonces obispo de Astorga, Antonio Briva Miravent, que le encargó las cuentas diocesanas en cuanto fue ordenado sacerdote en Astorga, el 1 de agosto de 1987, con 26 años de edad. Pese a su juventud, con 50 años era el ecónomo más joven de todo el país, tiempos en los que participaba en el gobierno del patrimonio eclesiástico como secretario del Consejo Diocesano de Asuntos Económicos. Siempre compaginó sus responsabilidades al frente de las finanzas del obispado con su cargo como párroco de trece iglesias repartidas por toda la comarca de la Cepeda: Vega Magaz, Zacos, Porqueros, Vanidodes-Benamarías, Valbuena de la Encomienda, Villagatón, Requejo-Corús, Brañuelas, Culebros y Los Barrios de Nistoso (Nistoso, Villar y Tabladas).

Un poderoso más

Hasta que en octubre de 2011 fue llamado por Benedicto XVI para modernizar las cuentas de la Santa Sede. Aquel nombramiento no fue un hecho aislado. Se contextualizó en los cambios acontecidos en la cúpula de la curia vaticana y los nuevos aires que introdujo Ratzinger para salvaguardar los bienes y el patrimonio de la Iglesia. Vallejo Balda sólo era una pieza más de una poderosa maquinaria administrativa que equivale al Ministerio de Economía y Hacienda y al Tribunal de Cuentas de un Estado. El ex ecónomo de Astorga se integró en un equipo realmente influyente dentro del Vaticano, liderado por el cardenal secretario de Estado, Tarsicio Bertone. Su poder en la curia romana y en los organismos que controlan las finanzas fue notorio. Él mismo ha dicho que fue Joseph Ratzinger quien tomó personalmente la decisión de ponerle al frente de las cuentas de la Santa Sede. Buscaba a un hombre no demasiado mayor y con experiencia en administración eclesiástica, dos cualidades que cumplía. Pero la recomendación directa de relevantes cargos de la Conferencia Episcopal Española presidida por Rouco Varela y la gestión del ex ecónomo diocesano al frente del equipo que manejó las cuentas de la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid fueron determinantes para su ascenso.

En su gestión como ecónomo de Astorga hay sombras como el escándalo de Gescartera, sociedad en la que la diócesis perdió más de 300.000 euros. En su faceta de bróker, Vallejo Balda siguió la estela de las grandes fortunas europeas y en julio de 2007 puso en marcha la Sociedad de Inversión de Capital Variable (Sicav) denominada Vayomer, un híbrido entre una sociedad anónima y un fondo de inversión que llegó a mover un capital superior a los siete millones de euros. Vayomer, que traducido del hebreo significa Y Dios dijo, tuvo a Vallejo como accionista significativo, con el 99,59% de los títulos, hasta no hace muchos años, cuando la sociedad valía dos millones menos.

Con autoridades en Ponferrada. DE LA MATA.

En la iglesia de Vega de Magaz, en 2006. RAMIRO.

Junto a Francisca Chaouqui, también detenida. DL

La casa que no existía

Fue el principal responsable de las inmatriculaciones llevadas a cabo durante años por el Obispado de Astorga para registrar a su nombre propiedades en todos los pueblos de la diócesis, pero se olvidó de informar al Registro de la Propiedad sobre sus propios bienes. Una investigación de este periódico destapó que Vallejo Balda era el titular de una extraordinaria casa de reposo en Celada de la Vega, que no constaba ni en el Registro ni en el Catrastro, pero que salía sin complejos en foros especializados por ser Premio de Arquitectura de Castilla y León en el año 2009. El sacerdote regularizó esta situación en cuanto fue trasladado al Vaticano para comenzar su nueva andadura.

El entorno en el que se desenvolvía diariamente —es el mismo que le llevó a participar en una lujosa fiesta en un ático del Vaticano, con el sonado enfado del papa Francisco— vive ahora su segundo escándalo, después de estar en el ojo del huracán hace sólo unos meses por la filtración que sacó a la luz papeles reservados del Vaticano, el conocido Vatileaks. Consecuencia o no de aquella situación, los enviados del Opus Dei en Roma parecían ganar poder. Vallejo Balda, miembro de la Sociedad de la Santa Cruz, estaba encargado, entre otros asuntos, de los presupuestos de la Santa Sede. Otros como Julián Herranz, también miembro del Opus, presidió la comisión cardenalicia que investigó el Vatileaks. Y así un largo listado de hombres que se encuentran en la curia de una manera francamente visible.

No es un secreto que preside desde hace años la Asociación de Amigos de Rusia San Nicolás, integrada por un grupo de personas que atienden las necesidades humanas y espirituales en este país. Pertenecen a la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, unida a la prelatura personal del Opus Dei, lo que le convierte en mentor de nuevas generaciones.

Sobrevivir en Roma

No es muy dado a entrevistas improvisadas y sus intervenciones públicas siempre son medidas y agradables. Preguntado en la publicación Vida Nueva por lo que se gana en la Santa Sede, el prelado respondió: «La retribución más baja de los trabajadores de la Santa Sede, según puedo intuir, puede estar entre los 1.200 y los 1.500 euros. Los altos cargos cobran en torno a los 3.000 euros al mes. No son sueldos altos. El personal de la Santa Sede es tremendamente austero. Roma es una ciudad cara. La gente que está aquí sobrevive».

En contra de las ambiciones de Vallejo Balda, en marzo de 2014 el maltés Alfred Xuereb fue nombrado secretario general del nuevo Ministerio de Economía creado para centralizar la gestión de las finanzas de la Santa Sede. Fue toda una sorpresa porque el puesto se daba ya por asignado al ex ecónomo de Astorga. El propio interesado, que entonces presidía una comisión especial para analizar la gestión económica de la Santa Sede, lo había confirmado incluso a algunas agencias de noticias. Si no fue esa misma indiscreción, algo trastocó la decisión.

Le ‘apearon’ hace un año

Pocos días antes, la sala de prensa del Vaticano daba a conocer un decreto en forma de motu proprio con el que se ordenaba la creación de un ministerio encargado de coordinar y supervisar todas las operaciones administrativo-presupuestales de la Santa Sede. El organismo se estableció por las recomendaciones de un grupo de trabajo creado por el papa Francisco para estudiar las reformas necesarias en el organigrama vaticano. El secretario era justamente Vallejo Balda. «Es imposible que un directivo de un órgano controlador pertenezca a un órgano controlado», se justificó. El santo padre le pidió entonces que siguiera trabajando. Ahora decide la Justicia.