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INFRAESTRUCTURAS

La A-60 avanza sobre el río Porma

La construcción del viaducto congrega la mayor actividad de obra en torno a la autovía y consigue en pocos días lanzar el voladizo del puente

Detalle de los avances del voladizo del viaducto de la A-60 sobre el río Porma, ayer a primera hora de la tarde

Publicado por
L. URDIALES | REDACCIÓN
León

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Las dos riberas del río Porma están más cerca de una conexión a través del puente de la A-60, la segunda estructura en dimensiones que soportará la traza de la autovía. La construcción del viaducto aglutina la mayor concentración de operarios y trabajo que ha sido capaz de reunir la obra pública en torno a la infraestructura desde que, a finales de la pasada primavera, retornó la actividad.

El puente del Porma emplea desde hace casi un mes a tiempo completo a tres grúas de gran tonelaje, capaces de mover las estructuras de hormigón sobre las que se lanza el voladizo sobre pilastras de hormigón que salvarán un cauce insertado entre tierras de cultivo y urbanizaciones. Se lanza desde la margen izquierda, y ocupa a medio centenar de operarios necesarios para poner en marcha el despliegue técnico que exige el armazón del viaducto. El ensamblaje de las piezas del puente obliga a extender una cadena de trabajo inusual en la zona. Incluida la labor que implica el transporte de las piezas, de gran tonelaje, para lo que se emplea convoyes especiales, superiores a los dieciséis metros, que trasladan los anclajes de hormigón armado que darán asiento al puente desde una factoría de encofrado de La Coruña hasta Puente de Villarente.

Las dimensiones de las góndolas implican una liturgia extraordinaria que desenvuelve la destreza de los conductores. Antes de llegar a destino, lanzados por grúas auxiliares y armazones metálicos creados in situ para la ocasión, los remolques especiales que llevan los encajes del viaducto se insertan primero en una vía de servicio muerta paralela a la Nacional 601; la dimensión del convoy hace imposible el giro en la semiraqueta que conecta con LE-213, única vía posible hacia el acceso a la zona de construcción. Una vez en esta carretera, se acomete otra maniobra circense, que implica la entrada del enganche especial marcha atrás hasta la boca de obra, donde las grúas lanzan el hormigón en forma de uve para ampliar la lanza del viaducto. Así, el voladizo se asoma ya al lecho del Porma, hoy convertido en una factoría que congrega actividad para el desarrollo de la autovía A-60. El objetivo es ganar el límite de la margen derecha antes de que las previsibles crecidas fluviales que arrastran fuertes lluvias y los frentes invernales impidan el desarrollo de la construcción, ahora amparada por dragados estratégicos en el lecho del río. Tras el paso del Porma, de medio kilómetro, queda el del Esla, que duplica esta longitud hasta el elevadizo de la Nacional 625.

Y en medio, el escollo de los restos de Lancia, es estado larvario, porque aún tienen pendientes todos los trámites burocráticos que obliga la legislación cuando se trata de abordar asuntos de patrimonio.