Perfil Antonio Serrano testaferro
En la Púnica, una vela a Dios y otra al diablo
El representante de Marjaliza en el negocio de León fue portavoz socialista en Valdemoro, pero hacía negocios para Granados
Sorprendió en su día el caso de José Antonio Alonso Conesa y Marcos Martínez Barazón. Al ex presidente de la Diputación de León lo asesoraba en su carrera hacia la presidencia del PP leonés un antiguo alcalde socialista de Cartagena (Murcia). Alonso Conesa trabajaba en realidad a las órdenes de Alejandro de Pedro Llorca, el conseguidor de la Operación Púnica, pero el resultado fue el mismo. La estrategia de buscar contactos en Génova para fortalecer a Barazón como líder del PP local la diseñó Conesa, según figura en las conversaciones interceptadas por la Guardia Civil.
La costumbre de poner una vela a Dios y otra al diablo era habitual entre los imputados en la Operación Púnica. Antonio Serrano Soldado, el testaferro al que Marjaliza envió a León como avanzadilla para negociar la planta de reciclaje, había sido portavoz socialista en el Ayuntamiento de Valdemoro. No desconocía que trabajando para el constructor, en realidad estaba haciendo negocios con Granados, vicepresidente de la Comunidad de Madrid con el PP de Esperanza Aguirre.
Apoderado de GTO, una cooperativa que dejó sin pisos y sin dinero a 120 familias de Pinto, una localidad de la zona sur de Madrid, Serrano abandonó la política y se convirtió en administrador y socio de empresas vinculadas a Marjaliza. El juez Velasco considera que participó en contratos públicos de eficiencia energética adjudicados de forma irregular. Pero sospecha que su vinculación con la trama puede ir más allá. Por de pronto, le impuso una fianza de 100.000 euros que triplica la de Martínez Barazón.