Que comience el espectáculo
El municipio estrenará su primer auditorio, que se integra semienterrado con la factoría, y ofrece 304 butacas de colores en un gran y curioso anfiteatro forrado con chapas de abedul.
Sin velos, la antigua fábrica de embutidos Araú de Trobajo del Camino vuelve a emerger como un foco neogótico en pleno Camino de Santiago. Su profusa decoración con ladrillo macizo en cornisas, marcos de vanos, remates almenados, hastiales escalonados y torrecillas ha quedado al descubierto, tras concluir la reforma de la vieja chacinería y sacudirse los andamios y mallas que la cubrían. Las obras, que se reiniciaron el 28 de febrero de 2014, y que se entregaron al Ayuntamiento el pasado día 11 de diciembre, han respetado su arquitectura, que emulaba a las fábricas contemporáneas de Centroeuropa, pero usando materiales autóctonos como los cajones de cal y canto, el adobe y el ladrillo. El entramado de edificios de 2.291 metros cuadrados se ha reconvertido en un moderno centro sociocultural y empresarial de referencia para el municipio de San Andrés, que se inaugurará en las próximas semanas.
Suma un impresionante auditorio, con una curiosa estructura semienterrada forrrada interiormente con placas de abedul y en el exterior, con la misma piedra de Boñar utilizada en suelos y remates. El anfiteatro, dotado con 304 butacas de colores naranjas y amarillas, permitirá al municipio de San Andrés disponer de su primer gran espacio para espectáculos, especialmente, musicales. Los arquitectos han querido establecer una piel continua entre la plaza y el auditorio al mantener el uso de la misma geometría y material. Desde el vestíbulo se accede a la propia sala o a un ámbito de espera que contiene el guardarropa y una conexión con la antigua Araú. En la planta sótano un foyer enterrado da paso a la cafetería y a los aseos. Esta iluminado por un lucernario pisable a cota de la plaza. Bajo el auditorio en sí se reserva una zona de instalaciones donde se ubican los equipos de climatización.
Además, entre las instalaciones que albergará la renovada factoría destacan también la Escuela de Música y una oficina de turismo para dar servicio a los peregrinos o a aquellas personas que visiten San Andrés. También habrá espacios para exposiciones, conferencias y, quizás, coworking. La reforma buscó recuperar el esplendor del que gozó antaño la emblemática fábrica de embutidos Casa Alcorta, heredada por Eusebio Araú González, que amplió la planta en longitud y altura (hasta tres y cuatro plantas) para acoger el crecimiento de la industria, que se completa con edificios para oficinas y vivienda de la familia. El conjunto consta actualmente de dos cuerpos de edificación de tres plantas sobre otra semisótano, enlazados por un pequeño y vistoso inmueble, con visos de haber sido un añadido, y una alargada nave de una planta. Donde se picaba, secaba y envasaba el embutido, hoy se abren salas multiusos. En los antiguos despachos y vivienda hay oficinas y zonas expositivas, mientras el matadero será un foco sociocultural y económico, y la sala de reconocimiento microscópico servirá como oficina municipal.
Uno de los hijos de los últimos propietarios, continuador de la empresa cárnica y vecino de Trobajo, recuerda la impresión que como niño le causó llegar a un inmueble de esas dimensiones, encajado en una enorme finca de 10.000 metros cuadrados con perales. Él y sus cuatro hermanos jugaban en La Era, donde se trillaba y donde hoy se ubica el campo de fútbol. A su juicio, tras una inversión millonaria para devolver la magestuosidad a la chacinería habría que ver «qué se hace con la joya que tenemos en la mano». Para él, sería importante explotar el Camino de Santiago, «no tanto como albergue por su cercanía a León, pero sí como biblioteca de la Ruta, sala de exposiciones y centro cultural». También opina que Trobajo «si necesitaba un auditorio, que bienvenido sea», pero le hubiera gustado que «no hubiera tapado parte del inmueble». Encantado con que Araú siga en pie, dice que siempre le pareció que ese edificio se debía conservar «con fondos públicos».
Las expectativas creadas por esta intervención son elevadas en un municipio de 32.000 habitantes que confía en crear en torno a esta factoría cultural nuevos puestos de trabajo y, sobre todo, impulsar el desarrollo local y urbano. La consecución del dinero para el ambicioso proyecto tuvo sus vaivenes. En 2000 el Gobierno central aprobó una subvención de un millón de euros dentro del 1% Cultural, cuantía que no llegó; en 2001 se anunció que las obras comenzarían ese año con un coste de 4,2 millones; en 2002 Fomento no convoca el concurso previo para elaborar el proyecto y el Ayuntamiento derriba una nave tras su derrumbe parcial; en 2005 el Ministerio de Vivienda convoca el concurso de ideas y en 2006 se adjudica, por fin, el proyecto. En 2007 se consolida el edificio, y en 2008 arrancan las obras. Tras varios parones, el año pasado se pudieron reanudar los trabajos, que, oficialmente, concluyeron hace dos semanas. Así, el mayor y mejor edificio industrial histórico de San Andrés, logra mejorar un espacio degradado, crea nuevos equipamientos culturales y sociales y brinda a la población la oportunidad de disponer de una dotación atractiva para el visitante, lo que puede redundar en mayores oportunidades de empleo y negocio.
Las salas diáfanas permitirán múltiples usos socioculturales. RAMIRO
La espectacular entrada al auditorio y al antiguo edificio. RAMIRO