Diario de León

CRIMEN DE ISABEL CARRASCO. De frente y de perfil

A Triana le falló la madrina

La acusada refuerza su imagen dependiente de la madre y reivindica su enchufismo como un derecho natural.

Triana Martínez.

Triana Martínez.DL

Publicado por
Ana Gaitero | león
León

Creado:

Actualizado:

Triana pide permiso. Obedece. Se deja llevar. Sonríe si hace falta. Para romper las normas está su madre. Mamá. Cuando a las 10 de la mañana de ayer en la sala de vistas de la Audiencia Provincial de León, Triana Martínez, solicitó permiso al presidente del jurado del asesinato de Isabel Carrasco para pedir agua, mamá saltó del asiento para acercarle su botellín. El magistrado le reprendió el gesto, pero ya estaba hecho.

A la mamá no le tocaba hablar ayer pero no pudo evitar ser la gran protagonista del interrogatorio a su hija. Triana la nombró a cada paso, una docena de veces dijo ‘mamá’. Ella es su apoyo y su confidente, la única a la que le contó que Isabel Carrasco la besó en su casa una tarde de enero de 2010 cuya fecha no recuerda.

Triana, ingeniera de Telecomunicaciones por la Universidad de Cantabria, necesita a su madre, «a mamá, a mi abuela, a la familia», afirmó. Por eso eligió quedarse en España y no emigrar a Alemania, como le aconsejó su padre, cuando se frustró su propósito de conseguir el puesto fijo de técnico en Telecomunicaciones que «habían creado para mí» en la Diputación provincial.

Tiene 36 años, una relación sentimental misteriosa que le sirve de coartada, junto a su padre, que controlaba las facturas, para justificar la tenencia de un móvil básico prepago a nombre de un amigo y su inteligencia embelesó a todo el entorno social de los Martínez González hasta que cayó en desgracia.

Y es que la niña de mamá también tuvo padrinos. Gaspar, el dueño del hotel Gaudí de Astorga, Javier García Prieto, entonces presidente de la Diputación, y Cipriano Elías Martínez, Pano, diputado de Fomento. Entró en el ‘equipo’ con todo tipo de facilidades.

A tener en cuentaLos nervios delataron a Triana al describir la escena con Raquel junto a su coche

La niña que recibió todas las atenciones de su madre porque tenía escoliosis, porque es policía, recordó ella, pasó de los brazos maternos a los del ‘partido’ de la manera más natural del mundo. De ser hija única a convertirse en la ahijada de gente importante del PP y la Diputación, donde «todo el mundo es ahijado de alguien». Tanto ella como su madre hablan del enchufismo y el tráfico de influencias sin pudor ni reparo.

Con un hilo de voz que a veces se pierde en la amplitud de la sala, Triana Martínez, la mujer que aspiraba a un puesto de funcionaria en la Diputación, a un sillón de concejal en el Ayuntamiento de Astorga, a un cargo de directora general de Telecomunicaciones en la Junta de Castilla y León, de quien decían a su madre que podía ser la sustituta de Isabel Carrasco, se retrató en el juicio oral como la niña de mamá.

Su defensa alega un trastorno dependiente de la personalidad como parte de la estrategia para conseguir un veredicto de no culpable.

Mamá se ocupa de todo, de la casa, de los contactos, de su futuro. Pero Triana demostró que puede ser fuerte y tomar la iniciativa en momentos críticos e incluso difíciles. Como cuando se presentó y grabó con un móvil la reunión del tribunal de la oposición a la plaza de «habían preparado para ella» y que la ‘malvada’ presidenta de la Diputación le arrebató por venganza. También fue fuerte, y mucho, cuando se zafó, según su testimonio, de los brazos de Isabel Carrasco, después de que ésta «me besó» en su casa del Paseo de la Condesa una tarde de enero, cuya fecha no recuerda, cuando fue, obediente, a requerimiento de la presidenta para ponerle unas aplicaciones en el móvil.

Ayer Triana, igual que su madre, iba de negro. Pantalón y chaqueta street style con botas planas de ante marrón y borreguillo. Sin maquillaje, con el pelo recogido, igual que mamá, en la mano derecha lucía una pulsera de plata. El color negro, que es el no color, en el vestir representa elegancia, sensualidad y dominancia.

Desde la distancia del banquillo de los acusados no se perciben aromas, pero a Isabel Carrasco, y a mucha otra gente, dijo Triana, le gustaba su perfume de Bulgari. Tan aficionada por el lujo como por los mercadillos, igual que su madre, Alemania no le gustó pero aprovechó su estancia del proyecto de fin de carrera para comprar un Mercedes por 30.000 euros.

Triana se presentó ante el jurado como una persona obediente y lista que a ratos dejaba al fiscal en evidencia: «No lo dije porque no me preguntaron». «Dije lo que me mandaron, nadie me preguntó» o «me limité a decir lo que me dijeron que tenía que decir porque venían a ayudarme y eran amigos de papá», contestó al fiscal para justificar sus cambios en las declaraciones respecto a las realizadas en sede judicial y en la Comisaría. Que los amigos se conviertan en enemigos es frecuente en el entorno de Triana: «Me trataron muy bien, pero me engañaron», dijo de los policías de Burgos. Se acuerda muy bien de sus nombres, Santocildes y Eloy.

Lo mismo le pasó con Isabel Carrasco. Empezó siendo la niña de sus ojos y la presidenta acabó convertida en su depredadora. Triana lo pasó tan mal que adelgazó 25 kilos. Nunca fue a un psiquiatra, ni pidió apoyo psicológico, confesó ayer. Mamá solucionó el problema en el círculo del ‘partido’. Un médico amigo, del PP, le recetó Tranquimazim, contó. Pero pasaban la tarjeta de su madre y ahora no quiere testificar en el juicio.

El padre, que es es el gran ausente, aunque es el corre con los gastos, también salió ayer en ayuda de Triana. El temor a que su madre hubiera usado su pistola reglamentaria es la coartada de la acusada para explicar la confusa escena de la recogida del bolso con el arma del crimen.

Triana tenía padrinos para todo. Incluso el fiscal la trató paternalemte. Sólo le falló la madrina.

tracking