EL CRIMEN DE ISABEL CARRASCo Secuelas de ayer y programa de hoy
En busca de la verdad
Los momentos esperados, en este juicio, son siempre los de conocer que es lo que Montserrat, Triana y Raquel opinan sobre lo ocurrido. Claro, que para declarar en un juicio existe una preparación previa, pero aún y así, los sentimientos no se pueden controlar siempre. En la primera vista, la sala estaba llena de público expectante.
Montserrat acepta sólo las preguntas de su abogado defensor. En su declaración nos presenta la relación que mantiene con su hija y los motivos que le llevan a consumar el crimen. La acusada responde a veces entrecortadamente, comenta que está nerviosa. Estar ante un tribunal de acusación no es algo para lo que uno está preparado. La manera de obtener una plaza en la Diputación, de Triana y en general, así como, el conflicto de Isabel Carrasco y su hija, se nos presenta como un folletín radiado tiempo atrás, que al parecer, aún se mantiene vigente. Todo el proceso es largo y cargado de detalles que normalmente puede considerarse irreal y propio de la ficción. Montserrat justifica su actuación para salvar, a su entender, a su hija.
La declaración de Triana Martínez tiene también una gran expectación, en este caso, responde al fiscal y al abogado defensor. Triana vestida de oscuro y entristecida, procede a su relato a través de las preguntas de los abogados defensores. Relato que no se contradice con el de su madre del día de sucesos. Da más detalles de la relación que mantenía con Isabel, que al inicio era buena, después se trunca y comienza su calvario. También siente el daño que le ha causado a Raquel. En ningún momento se percibe comunicación visual entre ambas. La última declaración corresponde a Raquel Gago, se dirige a todas las partes implicadas en la acusación. Aparentemente está tranquila y bien documentada. Su argumento se sitúa en que ella desconocía los seguimientos e intenciones de Montserrat, que estaba en el lugar por casualidad, ya que tenía que comprar pinturas para la clase de restauración. Su comportamiento de pasividad se debe a que no podía creer que su amiga y su madre estuvieran detenidas, estaba bloqueada. Insiste en que ella no tenía nada en contra de Isabel, ni nada que ganar con ello. También verbaliza que a partir de este suceso ya no tiene vida. La actuación de Triana, depende más de ella y de su conciencia.
Como individuos que vivimos en sociedad tenemos unos patrones aprendidos que nos ayudan a interrelacionarnos y a convivir. La propia sociedad es la que nos marca pautas de advertencia, cuando traspasamos unos límites perjudiciales, para un colectivo y para nosotros mismos. A partir de un acto de acusación de asesinato, como el que nos ocupa, todo cambia. Ya nada es normal ni para ellas, ni para su entorno. Los transgresores están situados en la línea marginal, en la que los individuos sufren estigmatización y exclusión social. Forman parte de lo que se denomina extrañamiento. Al igual son los lugares por los que tienen que transitar, como las instituciones carcelarias, los juzgados, u otros similares. Están marcados por esa mácula. Por lo que los observadores, al no estar en su situación, desconocemos lo que sienten y piensan, por muy fríos que consideremos sus actos.