Diario de León

CRIMEN DE ISABEL CARRASCO. De frente y de perfil

Las armas de Raquel Gago

Ocho policías locales hacen piña para convencer al jurado de que no tuvo que ver en el asesinato.

Policía del caso Carrasco.

Policía del caso Carrasco.DL

León

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Sin ruido, con una sonrisa en la boca, el defensor de Raquel Gago echó mano de toda la artillería ligera para convencer al jurado popular de que la policía local no sólo no tuvo nada que ver en el asesinato de Isabel Carrasco sino que, por su carácter y trayectoria, sería la última en la que alguien de su entorno hubiera imaginado implicada en el caso, ni tan siquiera como encubridora.

Así lo afirmó uno de sus compañeros del cuerpo: «Si me dicen que hay un policía implicado a la última que hubiera puesto en la lista es a Raquel». El fiscal hizo notar que el testigo no coincidió de patrulla con la agente acusada desde 2004 hasta 2014. La acusación de la pareja de Carrasco, Carlos Rivera, preguntó a varios policías si les habría sorprendido igual ver involucrado a cualquier otro policía. «Sí», respondieron.

Pese a que renunció a cuatro testigos, el letrado Fermín Guerrero hizo desfilar por la sala a ocho policías locales que en algún momento de su carrera profesional han coincidido con Raquel Gago. La opinión sobre la agente fue unánime: cordial, amable, educada, responsable... alguien añadió que disciplinada en el trato e introvertida y reservada en la manera de comportarse.

A tener en cuentaVeteranos policías locales y coetáneos de la promoción de Raquel Gago son las últimas armas testificales de la defensa

Según con quién. Una policía aseguró que conocía a sus hermanos y sobrinas porque en «ocho horas da tiempo para hablar» y, por ejemplo, sabía que Raquel tenía novio aunque nunca se lo presentó, como reconoció a preguntas del abogado de la acusación popular, Ricardo Gavilanes. A Triana sí: «Raquel me la presentó como amiga», recordó. Los compañeros y compañera de Raquel Gago hicieron piña a la hora de asegurar que a la agente no le gustan las armas. Ella estudió para maestra y como subrayó su hermana la semana pasada, que sea policía fue un accidente. Sacó antes las oposiciones de Policía Local que de Magisterio.

Unos con uniforme y otros con ropa de paisano, incluida la única mujer que declaró a favor de Gago, vinieron a refrendar lo que ya había afirmado el intendente jefe de la Policía Local, Martín Muñoz, la semana pasada: «No tiene mucho interés en las armas». En cuanto a destreza «supera el mínimo pero estaba en el nivel bajo». Veteranos policías, alguno con rango superior, y coetáneos de la promoción de la agente acusada, que ingresó en la Policía Local en 1997, confirmaron a instancias de las acusaciones y del fiscal que, le gusten o no, el arma es obligatoria y las prácticas de tiro anuales, una con fuego real y otra en simulador, es inexcusable aprobarlas.

Los agentes relataron diversos incidentes en los que Raquel Gago «se echó para atrás». Una actitud que, en sintonía con la tesis de su defensa, no le invalida según sus compañeros para ejercer las funciones de policía local.

El agente 3180, aseguró que Raquel «estaba donde tenía que estar» cuando con ocasión de un altercado provocado por un ex marido que se puso violento con su ex pareja y su novio cuando llevaban al niño al colegio, la agente no se involucró para parar la pelea y cuando se quiso dar cuenta «se había colocado detrás del vehículo donde mejor parecía proteger al niño y a la mujer».

Un comportamiento ejemplar. El intento de la abogada de la acusación, Beatriz Gallego, de demostrar que el policía prefería «patrullar con hombres que con mujeres», lo que explicaría tal compoartamiento, quedó en agua de borrajas. El policía negó la mayor: «Por mi categoría puedo elegir hombres o mujeres», recalcó.

«De armas no hablaba», aseguró, pese a reconocer que muy pocas veces hizo patrulla con ella. Tampoco de su vida privada, abundó. «Yo no sabía de su vida, ni tampoco le preguntaba. Ni ella a mí», remató.

Nadie, nunca, se quejó de Raquel Gago ante la superioridad por sus reacciones. Ni recuerdan que alguien se negara a patrullar con ella por la ‘fama’ de retraerse ante situaciones conflictivas. Lo consideraron normal. «No la inhabilita. Nuestro trabajo es el tráfico en la ciudad y las ordenanzas municipales».

A Raquel Gago no le gustan las armas, pero ayer disparó segura tras el escudo protector.

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