CRIMEN DE ISAVEL CARRASCO. De frente y de perfil
La abogada da el golpe
Beatriz Llamas, la letrada más joven y la única mujer que se sube al estrado, toma protagonismo con una prueba que incrimina a Triana .
Juzgar un asesinato tiene un inconveniente: La víctima no puede defenderse. En este escenario, las defensas ‘dirigen’ el procedimiento hacia sus propios intereses. El magnicidio de Isabel Carrasco casi se ha logrado reducir a una ‘pelea’ entre mujeres, con ingredientes de amor, poder, corrupción y sexo unidos a un cúmulo de casualidades que al parecer se dieron cita la tarde del 12 de mayo de 2014 a partir de las 17.17 horas, momento del crimen en la pasarela sobre el Bernesga en León.
Ayer las acusaciones particulares y, en especial la abogada Beatriz Llamas Cuesta, consiguieron desviar la atención a los hechos, precedidas de un buen capote del fiscal jefe, Emilio Fernández, con su empeño en mostrar al jurado popular las diferencias entre un revólver y una pistola, sus partes y modo de funcionamiento.
El público sacaba la cabeza entre la bancada y hasta el magistrado presidente examinó concienzudamente el revólver Taurus con el que Montserrat González mató a la presidenta de la Diputación y del PP de León de tres tiros.
Los peritos no supieron explicar por qué el mecanismo del arma corta se saltó un proyectil que debió ser percutido antes de la tercera bala. Pero la nube de residuos que se forma tras el disparo de un revólver, el humo que vieron salir de la cabeza de Carrasco los testigos presenciales del crimen, dio un punto de inflexión a la décimo tercera sesión del juicio oral. Llamas, que representa a la hija de Isabel Carrasco, Loreto Rodríguez, dio un golpe, y no sólo de efecto, con una simple pregunta:
—¿Los restos del explosivo que aparecieron en las botas de Triana podrían ser de que ha estado entrenando?
—Es perfectamente posible— respondió el perito.
La joven abogada que se sienta entre el fiscal y su compañero de despacho, Carlos Vicente Rivera, se hizo con la voz cantante. Ayer se creció después de tres semanas y media de intervenciones discretas y muchas reprimendas del magistrado Carlos Javier Álvarez.
A tener en cuenta
Como en sus mejores tiempos en el equipo de baloncesto de las Agustinas, Beatriz Llamas sujetó el balón entre las manos, alzó los brazos y de un salto encestó dos puntos. Uno por la respuesta que arrancó al perito y otro por la pregunta que realizó a continuación el abogado defensor de Triana Martínez y Montserrat González «al hilo de la pregunta de Beatriz...». El perito del Laboratorio Químico Toxicológico de la Unidad Central de la Comisaría General de la Policía Científica descartó que las botas de Triana se contaminaran por los restos de pólvora que su madre había dejado en el bolso con los guantes.
Esta prueba incrimina a Triana como partícipe o acompañante en los posibles entrenamientos con el revólver. La munición encontrada en la casa, perteneciente a un Smith and Weeson, es compatible con el arma y los guantes de látex contaminados con anterioridad al asesinato también aparecen en los informes periciales.
Beatriz Llamas es la letrada más joven, y la única mujer, que se sienta en el estrado. Encima de la toga su melena y su voz inquisitiva la distinguen de sus colegas. Está encantada con su participación en el juicio por el asesinato de la presidenta de la Diputación de León, aunque admite que, como abogada, hubiera disfrutado igual si le toca defender a alguna de las acusadas. Es un caso goloso para cualquier letrado. Todos los demás tienen una fama a sus espaldas. Ella se la intenta forjar.
Rodarse es duro. Y preguntar detrás del fiscal no siempre es fácil. En su turno le toca escuchar a menudo el sermón del magistrado a todos los letrados: «Por favor, no repita las preguntas. Se lo digo a usted y a todos los demás».
También le ha retirado alguna pregunta por «impertinente». Ella acata la disciplina, como no puede ser de otra forma, pese a que a veces los gestos hacen ver su malestar. Hay quien piensa que el magistrado es más severo con ella por ser mujer y más joven. Hay quien cree que ella se lo busca. En la sala tiene una seguidora incondicional: su madre, una empresaria que acudió el segundo día del juicio y desde entonces no ha faltado uno.
La vinculación del despacho Rivera Abogados con la finada viene de antiguo. Carlos Rivera, fundador del bufete en 1980, era uno de los hombres de confianza de Isabel Carrasco y fue presidente del comité electoral del PP hasta la renovación de la ejecutiva tras el asesinato. La presidenta les nombró, a Rivera y a Llamas, letrados de Gersul, uno de sus caballos de batalla en la Diputación.
El despacho, especializado en temas inmobiliarios y urbanísticos, abarca todas las disciplinas del derecho, incluido el penal. Carlos Rivera intervino en los años 80 en el juicio por el accidente de Combustibles de Fabero, en representación de los ingenieros acusados, y otros casos sonados. Pero los asuntos penales daban lo que daban de sí en León... hasta que asesinaron a la presidenta de la Diputación.
La familia, más en concreto, la única heredera, Loreto Rodríguez, y la pareja de Isabel Carrasco durante doce años, Jesús López Brea, recurrieron al bufete, de modo que Llamas defiende los intereses de la primera y Rivera los del segundo en comandita, aunque el mayor protagonismo lo ha asumido la mujer. Para la letrada, que se incorpora al despacho en 2003 tras cursar estudios de Derecho, máster y doctorado en Madrid, es el primer caso de juicio con jurado. Sumergirse en un tema penal es cuestión de 48 horas, asegura. Sólo hay que estudiar, estudiar y estudiar aunque a veces sea tedioso.
Por encima de la toga, destacan su larga melena, casi siempre recogida, ojos vivos, nariz afilada y potente voz. El amarillo, que simboliza inteligencia y también egocentrismo, es el que lleva en la funda del móvil y en la ropa que viste en una foto de publicidad del bufete Rivera Abogados, único rastro que ha dejado de sí misma en Internet, aparte de entrevistas por el caso Carrasco.
En el aire quedó su pregunta a Triana Martínez, que sólo respondió al fiscal y a su defensor: Cómo se acordaba de la hora y no del día de enero de 2010 en que supuestamente fue acosada sexualmente por Isabel Carrasco en el domicilio de la presidenta. O cómo explica que enviara a su «acosadora» un SMS para pedirle ayuda en las oposiciones para la plaza de ingeniero de telecomunicaciones. A ella le respondió Marcos Martínez que Isabel Carrasco se convirtió «en una gran amiga». Llamas y Rivera aportaron en el juicio las fotos del piso de Isabel Carrasco. A sus preguntas, Jesús López Brea respondió: «No considero capaz (a Isabel Carrasco) de besar a una mujer».
Ayer dio un golpe con la bota de Triana. Y puso en evidencia otra laguna en la instrucción: Nadie ordenó investigar el teléfono de Raquel Gago ni si hubo borrado en el ordenador que le incautaron. Así lo aseguraron los peritos a preguntas de la letrada.