PROCESIÓN DE LOS PASOS
El Nazareno llena el primer Encuentro con gradas en la plaza
El Dulce Nombre desafía a las predicciones y saca la procesión de Los Pasos con una gran organización
El Nazareno llega a la plaza Mayor para El Encuentro
No hubo ni polémica, la apagó el Nazareno con su presencia. Queda claro que es la gran talla de la Semans Santa de León, la imagen devocionada, de respeto. Algunos comentarios antes de que él llegara, algunas quejas con sordina. "Pues no sé qué vamos a ver", decían. Y poco más.
La colocación de unas gradas y unas hileras de sillas para ver El Encuentro al precio de 10 o 20 euros fue finalmente un éxito. Quizá la lluvia ayudó en esta ocasión al Dulce y evitó la habitual congestión en la Plaza Mayor. Menos gente, más espacio.
El acto más significativo de la Semana Santa ha tenido una organización milimetrica. En una cuidada puesta en escena, la plaza Mayor ha sido un gran escenario. Sólo al final volvieron algunas críticas entre los asistentes. "La plaza es de todos. No se ve bien", se quejaron.
El Nazareno llegó con cierto retraso pero no el temido. La procesión de Los Pasos arrancó hora y media más tarde por la lluvia pero fue conducida por el León antiguo con agilidad. Braceros, papones y seises recuperaron el tiempo perdido en medio de la emoción no disimulada pero contenida del abad, Alfonso Escapa, al que la Junta de Seises del Dulce Nombre de Jesús Nazareno tuvo que convencer para que sacara la procesión pese a las previsiones meteorológicas, que no garantizaban ni siquiera una ventana de hora y media, lo que necesita el Dulce para tener montada su procesión en la calle. En la organización para que la procesión no se retrasara más de lo imprescindible fueron vitales las bandas de cornetas y tambores y las agrupaciones musicales de la cofradía, que imprimieron ritmo al desfile. Estuvieron impecables.
Hubo más novedades este año además del graderío. Por primera vez en la historia de El Encuentro, el alcalde, concejales y el resto de las autoridades y representación institucional no estuvieron en los codiciados balcones del ayuntamiento viejo, en el edificio de la gota de leche, el más estrecho de toda la ciudad, apenas las dimensiones de una habitación. Allí estuvieron sólo los cámaras y la prensa. Las autoridades se colocaron a pie de calle. El alcalde, Antonio Silván, vio la procesión en una esquina de la calle Corta. Al comienzo de El Encuentro, se sentó en una de las gradas acompañado por el coordinador municipal de la Semana Santa.
En la plaza Mayor, todos los balcones privados de las viviendas estaban ocupados. Desde uno de ellos, quizá el que mejor vista tiene, el más privilegiado, vio El Encuentro el ex banquero Mario Conde.