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«Nuestra madurez debe mejorar, la calidad política es reflejo de la sociedad»

Álex Fusté aboga por una reforma del sistema que logre que «élites y gobierno no sean lo mismo».

Álex Fusté y María Jesús Soto, con el alcalde Antonio Silván y los empresarios leoneses. RAMIRO

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León

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maría j. muñiz | león

«¿Ha quebrado el sistema? ¿Es necesario romper la baraja de las propuestas capitalistas? ¿Qué alternativas hay ante la desilusión generalizada de la sociedad?» Son algunas de las preguntas que el economista jefe de Andbank, Álex Fusté, planteó ayer a un selecto grupo de empresarios leoneses, reunidos por la entidad financiera para conocer de mano del analistas las previsiones sobre el futuro económico y sobre los sectores con más potencial de desarrollo, dentro del tejido productivo local. Fusté advirtió de que frente a las tesis rupturistas, que dan lugar a los populismos, es necesario un análisis de lo que ha fallado hasta ahora.

«Existen soluciones, un sistema de chequeos y equilibrios que al final ponga remedio a lo que hemos visto que ha fallado. Y que rompa la relación simbiótica que han tenido los estados y los mercados, una relación de beneficio mutuo que es necesario controlar y limitar. Si no, lo que acaba pasando es que las élites y los gobiernos acaban siendo lo mismo».

El economista jefe de Andbank señaló que para llegar a ese equilibrio, «aún a riesgo de parecer romántico, lo que hacen falta son hombres inteligentes y buenos. Esto es factible, pero tiene todo que ver con la honestidad. Lo que nos falta son líderes, pero somos nosotros los que elegimos a quienes nos dirigen. Nuestra madurez política y económica debería mejorar. Al final la calidad de los políticos de un país es el reflejo de la calidad de toda la sociedad».

versiones del capitalismo

Fusté destacó ante los empresarios leoneses que el capitalismo ha mutado a lo largo de la historia en diferentes versiones. «Ahora estamos en un límite más de los que le han obligado a evolucionar». «La primera versión, en el siglo XIX, contaba la política y la economía por separado, y eso acabó mal. Se definió una nueva versión: dar mayor peso a los gobiernos, a finales de los años 30, y también fue mal, desembocó en más guerras y quiebras. Equivocados los gobiernos, fuimos a la tercera versión: el libre mercado, que marcó las políticas de Thatcher y Reagan. Acabó como vemos ahora».

El economista insiste en que eso «no debe desmoralizarnos». Y aboga por un modelo en el que la política fiscal esté en manos de un consejo de independientes, porque «la han monopolizado los gobiernos con la visión cortoplacista de conseguir votos para perpetuarse en el poder». Y en el que el beneficio de las empresas no pueda crecer infinito, porque «eso crea conglomerados sistémicos, es malo para la competencia y crea un sistema de cuatro patrones y el resto trabajadores».

Añade que la política monetaria también debería ser independiente del mercado. «Ahora quienes dirigen los bancos centrales dependen del mercado. Hay que romper con eso, tener expertos independientes que demuestren qué es lo mejor también a largo plazo».

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