tradiciones leonesas
El cielo bendice el Corpus Chico
La procesión del Santísimo auspiciada por Minerva goza una vez más del beneplácito del clima y llena las calles de León de pétalos y fervor
miguel ángel zamora | león
Salió la cruz de guía abriendo la procesión, poco después de que las campanadas de la Plaza Mayor anunciaran la hora del Ángelus (mediodía para los agnósticos y no iniciados).
Siguió en el cortejo una pléyade de manolas (peinetas en andaluz) cortejadas por los niños y niñas de la Primera Comunión. Continuó la marcha un buen puñado de devotos, vestidos de domingo y fiesta de guardar antes de que apareciera el Santísimo.
—¿Sabes lo que es eso?
—Es Jesucristo, que primero resucitó y luego su madre le invitó a cenar. (Palabra de papón de seis años a la salida del cortejo. Real como la vida misma).
Fue después el turno de decenas de varas de mando y representaciones procesionales de las cofradías de la capital, que por momento semejaron una versión libre y moderna del cuadro de Las Lanzas, pero con traje y corbata. Lució a posteriori el palio en rojo, sin el reverendo Fláquer porque caminaba adelantado unos metros.
A esas alturas de la mañana, ya había sonado el himno nacional bajo los acordes de las partituras de la Banda Municipal, que la Real Cofradía no cuenta ya con acompañamiento musical. Así que a los sones de Virgen de los Estudiantes, la concurrencia fue viendo pasar por San Martín (iglesia y plaza) el Corpus Chico, que como ocurre siempre, tiene el beneplácito de los cielos y cuenta con el favor del termómetro. Lo dice la naturaleza: El Corpus Chico se come al grande.
Y lo sabe bien Melchor Gutiérrez San Martín, que desde un balcón ignoró que un ilustre por antonomasia personaje de la Semana Santa asaeteaba su imagen a golpe de Leika con instantáneas para el recuerdo y el deleite.
Luego, en las Concepcionistas, cantó el pueblo y se llenó de pétalos y fervor la calle y el ambiente. Fue como siempre que el verano va llamando a la puerta. Y no está en los evangelios.