No confundir envejecimiento con longevidad

Ver el envejecimiento como un problema que lleva a la decadencia de las economías y a la preocupación por los sistemas de pensiones, sanitarios y del mercado laboral es un enfoque común. Se percibe como problemático para la sociedad. Pero el informe de Funcas plantea «cómo cambiarían las perspectivas si se asumiese que el envejecimiento no existe». Señala que «la esperanza de vida aumenta desde hace décadas sin límite aparente», lo que cuestiona la interpretación actual sobre el envejecimiento.

De hecho, apunta que el hecho de que las tasas de natalidad ya no aseguren el reemplazo generacional, y que los individuos sean cada vez más longevos (de hecho se asegura que la primera persona que vivirá 150 años ya ha nacido), no puede llevar a confundir la longevidad con el envejecimiento. «La creciente longevidad es el resultado de una mejora de salud y vida de los individuos a lo largo de su ciclo vital».

No sólo aumenta el número de centenarios sino que hay una «portentosa capacidad de los humanos para comprimir la mortalidad en edades extremas»; y «reducir el periodo senescente de la vida en el cual la acumulación de deterioros funcionales y cognitivos llevan a la muerte». Más vida, y mejor calidad hasta el último momento. Lo que lleva a plantearse que hoy la barrera de la’tercera edad’ siga en los 65 años.