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Los dividendos de Vega Sicilia pagan la deuda de El Enebro

Continúa la lucha judicial por la herencia familiar del empresario leonés David Álvarez.

María José Álvarez, en un reciente homenaje a su padre.

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León

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dl | león

El Enebro, matriz de Vega Sicilia, no repartirá dividendos para satisfacer la deuda que el grupo tiene con cinco hijos del empresario leonés ya fallecido David Álvarez. Según informó ayer el Grupo Eulen a través de un comunicado, la presidenta, María José Álvarez Mezquíriz, «no ha percibido dividendo alguno» porque se han repartido y subido a El Enebro, la sociedad patrimonial de la familia Álvarez controlada por los cinco hermanos díscolos. El traspaso a reservas se ha empleado para satisfacer la deuda que el grupo tiene con Elvira, Marta, Emilio, Juan Carlos y Pablo Álvarez Mezquíriz —propietarios del 79,80% de Vega Sicilia— tras la operación de venta de las acciones de Eulen, que actualmente se encuentra a la espera de una resolución judicial.

Se da la circunstancia de que en la última junta de accionistas, la presidenta de Eulen denunció que las cuentas no reflejaban la realidad de la marca al darse como válidas operaciones de compraventa de acciones de Eulen por valor de 80 millones de euros entre El Enebro como comprador y cinco de los miembros del consejo de administración como vendedores de sus títulos en Eulen. Los accionistas minoritarios han impugnado esta operación.

La lucha por la herencia familiar comenzó en vida del patriarca. Tras su fallecimiento el pasado mes de noviembre, David Álvarez dejó atrás un emporio societario que da empleo a 84.000 personas y está presente en más de una docena de países, aunque en los últimos años sufrió quebraderos de cabeza por los pleitos que mantuvo con buena parte de sus hijos para recuperar el control del imperio familiar. Éste fue montado en torno al grupo Eulen e incluye la propiedad de varias bodegas conocidas, como Vega Sicilia. Nueve meses después, la lucha por el control empresarial persiste aunque esta vez entre sus propios vástagos.

Álvarez nunca terminó de tener clara su sucesión, máxime cuando sus tres matrimonios aumentaron demasiado los candidatos: tuvo siete hijos y todos ocuparon luego cargos en sus empresas. Pero fue su último enlace, ya a los 82 años, el que provocó que cinco le arrebataran el control de la sociedad patrimonial El Enebro, con la que controlaba buena parte de su emporio. Tras varios juicios recuperó primero el control de Eulen y luego del resto de sociedades. Tras su muerte, su hija tomó el relevo como administradora solidaria, pero los hermanos díscolos quieren removerla del cargo.