Veinte duros no era un euro
A comienzo de la década de 2000 proliferaban las tiendas de ‘Todo a cien’. Pese a las alarmas y advertencias, acabaron en poco tiempo convirtiéndose en el ‘todo a un euro’, aunque fuera con otros nombres. El redondeo se aplicó por las bravas en no pocos casos, pero era evidente que un euro y veinte duros (las clásicas cien pesetas) no era lo mismo. Concretamente, era un 66% más.
Mucha matemática costó hacer el cálculo mental en la nueva moneda, y saber si los productos se habían encarecido o no. Un euro eran 166,386 pesetas, pero reducidos los precios, por ejemplo, de 10.000 pesetas a 60 euros, la cosa parecía que no dolía tanto al bolsillo. Y ahí el efecto psicológico se llevó el gato al agua.