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CASO LARRALDE ■ EL JUICIO

La madre de Larralde acusa a la viuda de ser la inductora real del crimen

«Mi nieto escuchó que a su madre le decían: ‘No pongas esa cara, lo hecho, hecho está’»

Imagen de archivo de uno de los días de juicio recientes en la Audiencia Provincial. DL

Publicado por
León

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dl | redacción

La madre de Roberto Larralde, asesinado de forma violenta en septiembre de 2014 en el marco de un presunto crimen pasional, cargó ayer duramente contra la esposa de su hijo, sospechosa a criterio del Ministerio Fiscal de formar parte del plan para acabar con la vida del joven para poder dar vía libre a la relación sentimental que mantenía con un empresario de la provincia.

«No le importan nada sus hijos, si no, no habría mandado hacer lo que hizo», explicó. «No puedo reproducir aquí cómo odian los niños a su madre y lo que dicen de ella, pero es...», aseguró con la voz entrecortada.

«Para el niño mayor, su padre sigue siendo un ídolo dos años y medio después de haber muerto. Quiere entrenar como él, ser boxeador como él y siempre lo tiene presente. Cada vez que lo recuerda llora», manifestó la madre de la víctima, que se sometió a casi 75 minutos de preguntas realizadas por las partes.

La progenitora del fallecido aseguró ayer que las llaves de la furgoneta del joven y su cartera no aparecieron hasta que la viuda se personó en el lugar en el que estaba estacionado el vehículo, en un aparcamiento de Puente Castro: «Cuando nosotros llegamos, en la furgoneta no había nada. Revisamos todo de arriba a abajo y no había nada. Luego fue llegar ella y apareció todo» afirmó. Un mecánico de Trobajo, amigo de la familia, fue quien les alertó del hallazgo de la furgoneta en la que Roberto había acudido al encuentro del supuesto autor material de la muerte: «Los que estaban con Roberto en las fiestas de Lorenzana, oyeron que le llamaba por teléfono Ramón y que Rober dijo: ‘Este es un drogado, no le voy a coger’ pero que luego insistía tanto que quedó con él. Por eso supimos que la última llamada la había recibido desde ese móvill».

DISCULPAS

La progenitora del finado pidió perdón a la sala por los momentos de tensión del primer día del juicio, de los que culpó a la esposa de su hijo. «Se bajó del coche, se me quedó mirando sonriendo y le dije que cómo podía haber hecho tanto daño a los niños. Y a continuación, me tiró del pelo», explicó.

Ya en su declaración, aseguró que el hijo mayor del asesinado, en una visita a casa de sus abuelos maternos, escuchó a la madre de Miriam decir: ‘No pongas esa cara, que lo hecho, hecho está’. Lo incardinó en el contexto del comportamiento de la que fuera su nuera: «No estaba afectada aunque no sabía nada de Roberto el día de su desaparición. Me dijo que no presentara la denuncia y cuando vinieron los del periódico tuve que sacarla yo a la calle para la foto porque ella no quería ponerse. Aún así se colocó atrás del todo».

Preguntada por la última vez que habló con su hijo, contestó: «Mientras viva recordaré esa conversación. Me dijo que había quedado con un chaval para hacer unas cosas y no volví a saber nunca más de él».

Roberto y Miriam residían en la casa de la familia Larralde en Campo de Santibáñez «pero a finales de agosto (tres semanas antes del crimen) ella empezó a decir que sabía que los del Familia de la Policía Nacional andaban pendientes porque tenían una orden de alejamiento y que estaba preocupada porque si les pillaban juntos iban los dos presos. Cogimos toda la ropa que tenía en casa nuestra y la llevamos a la de sus padres».

Presa de la desesperación por el paso de las horas sin noticias de su hijo, presentó la denuncia en Comisaría el 15 de septiembre, unas 36 horas después de la desaparición: «Les conté que tenían los dos una orden de alejamiento y que no los llevaran a la cárcel, que yo sólo quería que apareciera mi hijo».

De las críticas vertidas en sala no escapó tampoco la familia de su nuera: «Mi marido y el padre de Miriam jugaban la partida todos los días. Desde la desaparición de Roberto no hemos vuelto a saber nada de ellos. No tengo una llamada suya».

«SOMOS MUY QUERIDOS»

«Nosotros somos una familia que no nos dedicamos a la droga ni a dar palos. Somos muy queridos», reseñó. «Lo único que pasa es que llevamos el apellido Larralde, pero es miserable que digan que traficamos. Tengo tres hijos, uno se dedica a reparar tejados y los otros dos están en el paro y viven de la Renta Garantizada de la Ciudadanía», aseguró.

Tras su intervención y cuando se dirigía a la puerta de salida, increpó a la viuda: «¡Levanta la cabeza y mira para arriba, asesina, asesina!». El lunes próximo están citados a declarar el padre y los hermanos del fallecido.

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