Diario de León

made in león

Los inventos patentados por leoneses: del dedal a las mantecadas

Hasta 1878 apenas dos leoneses figuran en el primer estudio histórico sobre patentes y marcas elaborado en España por profesores de la Universidad Autónoma de Madrid, aunque después todo cambió

Autorización del rey a Valentín Fernández. DL

Autorización del rey a Valentín Fernández. DL

Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

manuel c. cachafeiro | león

La primera patente localizada en España se conserva en el Archivo de Simancas, en Valladolid. Data de 1478 y es un «privilegio de invención» concedido por Isabel la Católica, por 15 años, a su médico, Pedro Azlor, para un molino. En la provincia de León, la primera es de 1830, más de tres siglos después.

La del ponferradino Valentín Fernández fue «de intención», un invento extranjero que no se comercializaba en España, algo que permitía la Ley, en su caso un revolucionario procedimiento de curtir con rama de arándano. El expediente lleva la fecha de 12 de diciembre de 1830.

El sistema de patentes en España no se organizó como tal hasta el siglo XIX. Entre 1826 y 1878 se continuaron llamando «privilegios de invención» —recompensas que el rey o la ciudad otorgaban al que inventaba para que mantuviera el monopolio durante un tiempo para obtener ingresos de su idea— y «privilegios de introducción», como el de Valentín Fernández. Más adelante ya se dividieron entre patentes y marcas.

Hasta el siglo XIX, los inventores fueron más bien clases preparadas, pero desde 1826 ese mundo por descubrir se abrió a cualquier ciudadano con una idea. «Hay patentes que cubren ideas revolucionarias y miles de inventores anónimos que ofrecen pequeñas soluciones a pequeños problemas», explica Patricio Sáiz, quien junto a Francisco Cayón y Francisco Llorens, todos ellos profesores de la Universidad Autónoma de Madrid, ha coordinado el primer archivo histórico de patentes y marcas que se puede consultar en una web historico.oepm.es, gracias al patrocinio del Ministerio de Industria y la Oficina Española de Patentes y Marcas.

El trabajo, con el apoyo de estudiantes y técnicos de esa misma institución académica, desmonta la idea tan extendida de «qué inventen ellos», como se ha repetido tantas y tantas veces. «Claro que España es un país de inventores. Y de grandes científicos. El problema es que a menudo «ellos» son españoles que están fuera del país. No hay nada más que analizar hoy en día cuántos buenísimos científicos, médicos, biólogos o investigadores realizan su actividad en los mejores centros del mundo», señala Sáiz en declaraciones a este periódico.

León no es que fuera una provincia puntera. Más bien, lo contrario. Hasta 1878, sólo hay documentadas otras dos ideas más allá del curtidor importado por don Valentín; ambas pedidas desde Astorga por Carlos Castro y Franganillo en 1858: Un «privilegio de invención» y otro de «introducción» por «Procedimientos para fabricar bujías de cera extraía del reino animal» (es decir velas) y «Procedimiento para preparar las mechas de las bujías de cera», respectivamente.

De siempre

«Inventores ha habido siempre, pero el ritmo con el que se han creado inventos ha cambiado a lo largo de la Historia. A medida que la Humanidad sale de periodos en los cuales la mayor parte del tiempo de trabajo tiene que dedicarlo a alimentarse, vestirse y cobijarse, cosas sobre las que también se inventaba desde tiempos prehistóricos, obviamente, el ritmo y la diversidad de la actividad inventiva se acelera», afirma Sáiz, que coloca esa barrera a partir del Renacimiento. «Es desde el siglo XV más o menos cuando comenzamos a encontrar algo parecido a las patentes, los privilegios de invención». La primera «patente» que se conserva en el mundo se concedió en Florencia a Brunelleschi, el célebre arquitecto del Duomo, por un barco grúa para subir el mármol por el río Arno en torno a 1421, medio siglo antes que el primero documentado localizado en España.

Del trabajo realizado y de su propia tesis doctoral, Sáiz saca como conclusión que en el interior de España, salvo en Madrid, se ha sido «menos activo a la hora de patentar ideas». En el caso de León, eso cambia a partir de 1878 y hasta la Guerra Civil (1939). Se contabilizan unas 100 patentes solicitadas desde localidades como León, Astorga, Benavides, Ponferrada, Villafranca del Bierzo, La Bañeza…. Aunque siguen siendo pocas, las hay muy curiosas, como H. Granell, que desde Astorga registró en 1902 un envase especial para las mantecadas, al que contrarrestó un año después desde La Bañeza Emilio Alonso Ferrero (hubo alguna más años después), o la más curiosa: Un aparato «para acorazar la primera falange del dedo índice» para costuras a mano. Es decir, un dedal made in Astorga.

El primero de León capital, en 1878, fue un farol, y alguno algo raro, como una máquina «de movimiento constante y acelerada por sí misma» (?), aunque sobre todo destacan las patentes propias y traídas del extranjero de la Sociedad Leonesa de Productos Químicos. De Villafranca del Bierzo, destacan las ruedas «Guerrero» para automóviles. Y uno más: el ascensor «para subir árboles y toda clase de maderas por las montañas, por abruptas que sean, que lleva la firma de Luis López Reguera. «Por el título —resume este profesor de la Autónoma— , en León casi todos son inventos menores realizados por individuos en el ejercicio de su profesión. Hay muy pocas pedidas por empresas, la más interesante la Sociedad Leones de Productos Químicos que en entre 1907 y 1931 registró diez patentes. Así que podemos concluir que al menos antes de 1939 la participación de la provincia de León en el sistema de patentes es muy marginal».

A nivel nacional, quitando a Ramón y Cajal y Severo Ochoa en Ciencias, Patricio Sáiz elegiría a Leonardo Torres Quevedo como el gran inventor español. Registró el transbordador, el dirigible semi-rígido, el primer ordenador, el primer “mando a distancia” del mundo... «Fue un auténtico genio», se congratula este profesor. «Nosotros seguimos aquí extasiados con el futbol, mientras nos estamos cargando el poco sistema de I+D+i que se había intentado recuperar desde los 80, y con una Universidad que necesita una reforma radical», es su llamamiento final.

tracking