Una saga ligada a la sanidad privada

La historia de la emblemática clínica López-Otazu comenzó con el patriarca de la saga cuando abrió su primer centro en 1945 en la calle Lope de Vega, cuatro años más tarde trasladó sus servicios a Ramón y Cajal. Posteriormente, compró un solar en la calle Lancia donde levantó el edificio que desde enero de 1957 y hasta el otoño de 2013 albergó la clínica. La supresión de los convenios quirúrgicos con los centros privados decidida por la Junta dio la puntilla definitivamente a la clínica, que se vio obligada a cerrar por sus problemas económicos. La actividad se desplomó un 70% y pasó de operar a 1.500 pacientes al año a ninguno, lo que provocó que sus ingresos mermaran en un millón, además de la pérdida de actividad con las aseguradoras. Tras 68 años de actividad tuvo que despedir a sus últimos 23 trabajadores, en su época de mayor apogeo llegó a contar con una plantilla que superaba el medio centenar de empleados. Cientos de niños leoneses nacieron en esta clínica.