Entre los 23 años de prisión y la absolución por falta de pruebas
La versión de las defensas es totalmente contrapuesta. Todas ellas solicitan la libre absolución por falta de pruebas. La viuda no participó en el asesinato de su marido «ni lo hubiera consentido». Era ajena a cualquier plan de estas características. Si hubiera querido quitarse de en medio a su marido, habría bastado con denunciarlo porque ambos estaba incumpliendo la orden de alejamiento que pesaba sobre ambos «pero no quería que lo metieran en la cárcel, era el padre de mis hijos».
El empresario también niega su relación con el crimen: «No mandé a José Ramón hacer nada. Con ella solamente me acosté unas cuantas veces, nunca tuve intención de irme a vivir. A mi empleado le mandé coger el móvil y hacer las llamadas para que me consiguiera cocaína».
El supuesto autor material es de la misma tesis: «Yo quedé con Roberto, pero aparecieron varias personas con acento del Este y se quedaron con él. Yo ya no lo vi más. No lo hubiera matado nunca, era mi amigo».
El empleado se declara ajeno a lo ocurrido: «Hice lo que me mandó mi jefe, que miente en todo lo que dice. Me ha metido en un lío muy gordo». Idéntica teoría sostiene el detective privado: «La investigación está incompleta y faltan muchas cosas por demostrar».