Diario de León

Un empleo por horas en el campus

La Universidad ofrece cada año a sus alumnos trabajos que pueden compaginar con sus estudios y por los que reciben una remuneración. Una forma de iniciarse en el mercado laboral y coger experiencia mientras cursan sus grados, másteres o hacen la tesis.

Luis Alberto Zabaleta, Inés González, Nerea Fernández y Antonio Molina forman parte de los 70 estudiantes que este año cuentan con la beca de Estancias de Colaboración. DL

Luis Alberto Zabaleta, Inés González, Nerea Fernández y Antonio Molina forman parte de los 70 estudiantes que este año cuentan con la beca de Estancias de Colaboración. DL

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León

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A. Calvo

Tienen más de 23 años, aspiran a encontrar un empleo, pero mientras concluyen su etapa académica, compaginan sus estudios con su labor de colaboración en servicios universitarios. Son un ejemplo de las 70 Estancias de Colaboración que ha ofertado este año el Vicerrectorado de Estudiantes y Empleo de la Universidad de León y con las que se da respuesta a una necesidad en servicios tan dispares como el Hospital Veterinario, las bibliotecas de facultades y escuelas, la taquilla del Teatro El Albéitar, las Aulas de Informática o el Servicio de Deportes. Los únicos requisitos exigidos para acceder a estas becas son el estar matriculado en la Universidad leonesa durante el presente curso académico y haber aprobado, como mínimo, el 50% de los créditos del pasado curso.

Nerea Fernández Cadenas cumplía perfectamente estas exigencias cuando el pasado mes de octubre decidió presentar la solicitud, ya que tras haber concluido el Grado en Historia y el pasado año el Máster en Cultura y Pensamiento Europeo, decidió continuar su formación en el Programa de Doctorado Mundo Hispánico. Raíces, Desarrollo y Proyección . «Ya sabía de estas becas de colaboración, pero hasta ahora con los horarios de clase no podía comprometerme a ello, ahora con el doctorado puedo compaginarlo», explica esta joven natural de Villaseca de Laciana, que desde el pasado mes de noviembre trabaja en la Biblioteca de la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte.

Ayudar a los alumnos en la búsqueda de publicaciones, enseñar bases de datos para moverse por internet o recomendar algún libro, son algunas de las tareas que realiza en las diez horas semanales que ha de cumplir en su estancia hasta julio y por la que recibe una remuneración de 240 euros. «Este trabajo es muy agradable y tenía ganas de hacer algo en la Universidad donde ayudar a la gente y que mejor que una biblioteca», señala esta apasionada de los libros «algo que me inculcaron mis padres desde muy pequeña» y que tiene claro que quiere encaminar su futuro por la investigación y la docencia. «Me gustaría investigar sobre todo Historia Antigua y en el futuro transmitir a la sociedad todo lo que se va descubriendo», explica al tiempo que recuerda «el enorme esfuerzo» que hicieron sus padres para que ella y su hermana gemela, realizaran estudios universitarios. «Sin su apoyo, no habría llegado donde estoy».

Nerea Fernández coincide con Inés González Cabeza, otra de las estudiantes becadas con una estancia de colaboración en el Programa de Doctorado Mundo Hispánico y también en que ejerce su trabajo en otra biblioteca, en este caso en la Biblioteca Central San Isidoro. Graduada en Lengua Española y con un Máster en Literatura Española y Comparada, desempeña tareas puntuales desde el servicio de Atención al Usuario de la Biblioteca, pero su labor prioritaria es nutrir de contenidos el blog del Club tULEctura de la Universidad de León. «Elaboro resúmenes de encuentros, colaboro con la organización de eventos, contacto con escritores y me encargo de la divulgación en Redes Sociales», explica esta joven leonesa que disfrutó en su momento de una beca Erasmus en Dublín y que reconoce que con el trabajo que desempeña cada día «me estoy convirtiendo en una Communitty Manager». A sus 23 años está inmersa en su tesis relacionada con el mundo del cómic, mientras se afana en dar celeridad e inmediatez a las actividades del Club tULEctura en redes sociales, Inés González tiene claro que en su futuro cercano quiere «continuar la tesis, participar en congresos, seguir invirtiendo el tiempo en esto y con el paso de los años ver que ha merecido la pena».

Inés y Nerea se estrenan este año en este trabajo, sin embargo hay otros que repiten en las Aulas de Informática, como Antonio Molina Díaz y Luis Alberto Zabaleta de la Fuente. El primero desarrolla su trabajo en la Escuela de Ingenierías y el segundo entre la Facultad de Biológicas y el edificio Darwin. A diferencia del resto de becas, para acceder a estas estancias, ambos tuvieron que superar un examen teórico-práctico. Ahora se encargan del mantenimiento de los equipos, de actualizar e instalar determinados programas en los ordenadores, atender a los usuarios y comprobar que todo está bien antes de una clase.

Al mismo tiempo que desarrolla esta labor —quince horas semanales por 360 euros— Antonio Molina, ingeniero informático, prepara el Trabajo de Fin de Grado y cursa Ingeniería Eléctrica. Natural de Cuenca y afincado en León desde hace años, espera concluir su etapa académica en Pisa con un Erasmus: «Ya la he solicitado y espero estar allí el próximo curso», explica con ilusión al tiempo que entiende que si el futuro «hay que hacerlo fuera de aquí, pues adelante». Un sentimiento similar es el que manifiesta Luis Alberto Zabaleta quien cursa el último año del Grado en Electrónica Industrial y Automática. Ya estuvo de Erasmus en Irlanda y no le importaría marchar fuera. Su vinculación actual para el Trabajo de Fin de Grado, con el grupo Cartum y el departamento de Automática y Fabricación, le llevan a manifestar una tímida esperanza de futuro laboral con lo que se ha llamado la Nueva Era del Transporte. «Es el momento de posicionarse, pero es necesaria voluntad política y económica, luego será tarde. Está claro que en este país se tuviera voluntad ante las ideas innovadoras, esto no sería España, sería California», asegura.

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