Dos millones y medio de euros en el paso previo por el quirófano de la circunvalación
La primera fase de la LE-30 es un exponente del deterioro, hasta el punto de que el mantenimiento se basa más en bisturí que en medidas paliativas. Hizo falta cirugía en 2009, con apenas media docena de años de servicio, porque el estado del firme aconsejaba a los conductores elegir entre seguridad y rapidez en el desplazamiento. El mismo punto en el que se reproduce ahora el fallo, la falla que sostiene un hundimiento del asfalto a la salida del puente de la vía del tren y el terraplén de tierra que se elevó para hacer el nuevo sobre la ribera del Bernesga en las inmediaciones de Trobajo del Cerecedo, fue objeto de una renovación casi íntegra en el año 2009, con una inversión extra de 2,5 millones para revocar deficiencias graves sobre badenes, grietas, baches; y un firme castigado al punto que no se corresponde con una estructura de estos años de servicio (quince hoy, seis cuando el Ministerio de Fomento decidió cortar por lo sano). Aquella obra de urgencia sirvió para regular cuatro kilómetros de rasante y sellar todas las fisuras que recorrían de este a oeste la autovía en toda su extensión.
Cadena de incidencias
El preludio de esta cadena de incidencias fue una corrección inicial de los terraplenes de tierra sobre los que se eleva la carretera, en las confluencias de Torío y el Bernesga, que fue acometida al medio año de inaugurar la estructura. Los arreglos posteriores, esos que se basaron casi en rehacer la capa de rodamiento de la LE-30, afectaron especialmente al área de entre puentes en el que ahora se reproduce la quiebra del firme. El escalón que saltan a diario veinte mil usuarios. La primera fase de la ronda sur de León se levantó con una inversión de veinte millones de euros, y significó el primer impulso a la modernización de los ramales de acceso a la ciudad en la conexión con las autopistas que enlazan con el oeste y el centro peninsular.