Un grito en la mochila

«Me meto en la cama, sueño con rapear y luego sueño con caballitos de mar, luego me levanto, rapeo mogollón, luego me arrinconaron, luego me preguntaron si me quiero suicidar, yo les dije que se vayan a la mierda, me metieron un puñetazo, el otro un tortazo, me vuelvo a casa y vuelvo a soñar». Esto lo escribió «Pedro» con 8 años, en tercero de Primaria, y lo dejó entre los recovecos de una mochila que cogía cada mañana después de los desvelos persistentes de su padre para arrastrarlo de la cama al mundo difícil que vivió en el colegio. «Un infierno total» recuerda su madre, que se declara culpable de no «haber hecho más» para frenarlo. «Se echó atrás, acometido, pero jamás dejó de estudiar, de tener buenas notas; y para solucionar el acoso decían que repitiera».