Diario de León

LEÓN ■ EDUCACIÓN

Cuando la universidad llega a los 55

La Universidad de la Experiencia cumple 25 años en Castilla y León y por la provincia han pasado más de seis mil alumnos, todos ellos sénior Fomentar las relaciones sociales y un envejecimiento activo son los principales objetivos

Directores y alumnos de la Universidad de la Experiencia.

Directores y alumnos de la Universidad de la Experiencia.

Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

A. Calvo | León

Son los universitarios que se enfrentan con más ganas al reto de aprender. Tienen más de 55 años y cada lunes y miércoles asisten fielmente a sus clases del Programa Interuniversitario de la Experiencia, lo que todo el mundo conoce, simplemente, como Universidad de la Experiencia. Desde el curso pasado tienen carné universitario y correo electrónico oficial —además de contraseña para conectarse a la wifi del campus—, pueden participar en todas las actividades que se organizan desde la propia Universidad de León o sus asociaciones, en definitiva, salvo por la edad y el acceso, son unos universitarios más de la institución académica leonesa. El programa cumple 25 años en Castilla y León, pero en León, donde ya tiene tres sedes —León, Astorga y Ponferrada, arrancó en el curso 93/94. Desde entonces, más de seis mil personas se han matriculado y los profesores de la Universidad de León que les dan clase rozan el centenar cada curso.

Es tal la demanda que tiene este programa, que cada año una media de más de un centenar de alumnos senior se queda sin poder asistir a clases. El cupo es de 75 alumnos por cada uno de los tres cursos, aunque una vez que se gradúan, con un acto igual de protocolario que el del resto de los jóvenes universitarios, con banda incluida, pueden seguir estudiando lo que desde este curso se denominan itinerarios, completando así su formación y sin límite de cursos.

Mila Cueto y María de los Ángeles Tascón llevan más de una década vinculadas a la Universidad de la Experiencia. «Tenía tiempo y me apunté», comenta Mila, quien muy aplicada toma apuntes todos los días, aunque remarcan que nunca tienen deberes. Ella había estudiado hasta el Bachillerato «y siempre tuve ganas de ir a la Universidad. Ahora se lo recomiendo a mis amigas, es lo mejor que he hecho». María de los Ángeles dedicó toda su vida laboral a la banca. «Me jubilé a los 54 años y los hijos ya habían volado. Noté un gran vacío y ahora cada día aprendo una cosa diferente», explica. Ellas han hecho un grupo fuerte de amigas, «de trece amigas», que tienen un objetivo común: «No venimos a estudiar para aprobar, venimos a aprender las cosas de la vida».

Este año, para evitar «asistencias fraudulentas», como dice la directora actual del programa, María Teresa Llamazares, se han hecho unas acreditaciones para controlar el acceso a las aulas. La matrícula del curso cuesta 75 euros, para el curso ordinario, y 50 euros en el caso del que el alumno ya esté graduado y decida continuar asistiendo a las clases de los itinerarios. Sus clases arrancan a las 17.00 horas, con las materias obligatorias y tras una hora lectiva tienen media hora de descanso. Después, otra clase de una hora hasta las 19.30 horas. Además, los martes y los jueves, como cursos de extensión universitaria, también pueden matricularse en el Crai-Tic de Informática.

Hasta 92 años

La actual directora desde el curso pasado, quien ha sido la encargada de reunir a diferentes ‘generaciones’ de alumnos del programa, precisa que el principal motivo porque el que estos universitarios faltan a clase es «para cuidar de sus nietos» y resume los objetivos de la Universidad de la Experiencia en dos: «Conseguir un envejecimiento activo, que tengan el cerebro funcionando, y fomentar las relaciones sociales, porque muchos están solos». Precisa también, que incluso hay algún alumno con 92 años y que todos son muy participativos.

El primer director que tuvo la Universidad de la Experiencia en León fue Prisciliano Cordero del Castillo. En sus orígenes, como recuerda, estuvo ligado a la Universidad Pontificia de Salamanca. En 2002 León ya se independizó. Las clases comenzaron en la antigua escuela de Comercio, donde está el Centro de Idiomas de la Universidad, pero finalmente se trasladó al campus para que fueran, como realmente son, unos universitarios más. Tras bailar por algunas facultades, ahora las clases imparten en el aulario, frente a Derecho. Cordero del Castillo precisa que ya desde sus orígenes todos los cursos se llenaban y matiza que el objetivo del programa sigue siendo el mismo, aunque en los últimos años «se ha perdido mucha financiación, aunque se ha abierto la mano ampliando el número de plazas».

Relacionarse

Por cuestiones familiares, Luis Miguel Fernández no pudo matricularse en la Universidad de la Experiencia hasta este curso. El pasado lo intentó, pero no logró una de las deseadas plazas. Conocía a María de los Ángeles porque ambos habían trabajado en la misma sucursal bancaria y entre todos los itinerarios prefiere los de ciencias. «El principal capital de los prejubilados y jubilados es el tiempo libre. Unos se pueden distraer en el sofá o jugando a las cartas, yo prefiero estudiar y aprender», explica.

«Vengo a adquirir nuevos conocimientos, a relacionarme con otras personas con mis mismas inquietudes, a refrescar el disco duro y a activar las neuronas y a dar ocupación a los tiempos muertos», explica Ángel Ortega, que ya está en segundo. Es de Burgos y a sus 68 años y después de clase, cuando llega a su casa, pasa sus apuntes a limpio, igual que cuando estudiaba ingeniería, y hace sus esquemas.

Aunque Jesús Gutiérrez ya no asiste a clase, sigue vinculado al programa y ahora es el presidente de la Federación de Castilla y León de Asociaciones de Alumnos y Antiguos Alumnos de la Universidad de la Experiencia. Recuerda que se matriculó para ampliar su círculo de amistades. «Antes venía mucha gente que no había podido estudiar, pero ahora ya se matricula gente con carreras. Hay mucho debates en clase y eso a mí me gustaba», destaca.

tracking