Llïonés, asturleonés, cazurru, babianu, texileiru... y hablas locales
Documentos y legajos centenarios constatan el uso del leonés y muestran el camino de su origen. Desde principios del siglo XX, lingüistas, escritores y divulgadores, con Menéndez Pidal a la cabeza, han documentado la pervivencia en el viejo Reino de León de formas idiomáticas peculiares o hablas que se enmarcan dentro de un dominio lingüístico propio: el asturleonés, situado entre las tierras gallegas y las castellanas.
Con el transcurrir del siglo XX, el número de hablantes del llïonés, asturleonés, cazurru, babianu o texileiru, nombres con los que se conoce y denomina a esta lengua, ha ido disminuyendo de forma tajante por el éxodo rural y el abandono de la vida ligada al campo. Paralelamente, han aparecido estudiosos e investigadores de la lengua con el afán de rescatarla del olvido y conseguir que perviva en el tiempo.
Con ejemplos de enseñanza del leonés, de la mano de distintos colectivos, hubo que esperar a 1999 para que el Ayuntamiento de la capital creara una Escuela de Formación Tradicional, en colaboración con el Consejo de la Juventud de León, para que la enseñanza fuera más sistematizada y llegar a los colegios. Incluso, la propia Unesco considera al leonés como lengua y alertó en su momento de su precaria situación.
El babianu, ancarés, furniellu, valdeonés, tsacianiegu o cabreiroés son sus variantes locales.