mapa del ruido ■ RECLAMAN LA ELIMINACIÓN DE LAS RESTRICCIONES QUE IMPONE LA NORMATIVA ZAS
Propietarios del casco histórico se unen para que se quiten las trabas a abrir bares
Los 35 asociados, que suman 28 locales comerciales vacíos, exigen al Ayuntamiento que elimine la zona ZAS.
a. g. puente / Á. CABALLERO | LEÓN
Mientras el Ayuntamiento de León ultima la actualización del mapa del ruido, cuyas mediciones podrían suponer la ampliación del área de restricción, los propietarios de locales del casco histórico se organizan para reclamar la eliminación de la Zona Acústicamente Saturada (ZAS). El movimiento agrupa ya a 35 titulares de 28 espacios comerciales, ahora vacíos, que piden que puedan albergar establecimientos de hostelería, en las mismas condiciones que rigen en el resto de la ciudad. Sin obstáculos administrativos, los promotores del colectivo insisten en que «la iniciativa privada es la que termina por hacerlo todo», con la «creación de sinergias para que al final no todo sean bares», como defienden Lisandro Rodríguez y Javier Álvarez, portavoces de la agrupación.
La «selección natural» que reclaman abriría de nuevo el cauce para la proliferación de negocios de hostelería, dentro de un área en el que, pese a la creación de la ordenanza reguladora en septiembre de 2007, hay en la actualidad 229 establecimientos: 163 en el área ZAS —69 bares especiales, pubs y discotecas y 94 bares y restaurantes— y 66 en la zona de respeto —14 y 52, respectivamente. En ésta última demarcación, que viene delimitada por 50 metros desde el límite de la ZAS, sólo pueden inaugurarse restaurantes y los bares necesitan una separación mínima con el más cercano de 25 metros; algo que ya no pasa en el resto de la ciudad, donde la única excepción en la que hay que medir distancias es en las discotecas.
No evita para que los promotores de la asociación se presenten como agraviados por la ordenanza municipal. La postura se la presentarán al Ayuntamiento de León a principios de año, la misma fecha en las que se empezará a debatir si se amplía la ZAS para que abarque también las que ahora son Zona de Respeto en el Romántico —plaza Torres de Omaña y Regla y las calles Dámaso Merino, Cervantes, el Cid y Sierra Pambley— y el entorno de la plaza del Conde Luna. El colectivo intentará presentar su postura para frenar esta nueva declaración y derogar la anterior, como señala Lisandro Rodríguez, quien abunda en que están abiertos a otras alternativas, como «las compensaciones del IBI». «Nos podrían producir los locales x, pero sacamos menos x. A mí, en los últimos años, me ha costado el local 12.000 euros, porque nos limitan los negocios que se podrían abrir, pero el recibo lo pagamos religiosamente», detalla uno de los portavoces del movimiento.
Las limitaciones hacen que «ahora ya no hay ni novias para los locales, ni pregunte nadie», concede Javier Álvarez, quien apunta que «cada vez hay menos comercio tradicional en la zona», pero insiste, a pesar de los resultados de estos últimos 10 años, en que la entrada de más negocios de hostelería «podría dinamizar la zona para la entrada de otras cosas que no sean sólo bares». «Los últimos, vinieron y, cuando preguntaron por el precio, fuimos a una inmobiliaria que les pareció bien para que tasara el alquiler, pero al final nada», señala Lisandro Rodríguez, quien achaca a «una falta de visión por parte de los propietarios» los casos en los que se han abandonado locales cuando, a finales de 2013, con la entrada de la nueva ley, algunos optaron por subir el recibo a los comerciantes que arrastraban rentas antiguas. «Pero no en todos ha pasado esto. Hay algunos que venían de establecimientos que llevaban ahí desde 1865 y que ahora se encuentran vacíos por las limitaciones», apostilla su compañero.
La situación creada por la ordenanza de la ZAS hace que «lo que ahora valga sean las licencias porque al no concederse más se especula con su precio», inciden. «Se prima a unos pocos, en detrimento de otros», subrayan a la par, mientras insisten en que «tiene que hacerse algo para poder dinamizar la zona, que está abandonada y con calles en las que da miedo andar porque ni siquiera hay iluminación». «Más ahora, con la capitalidad gastronómica, lo que se va a dar a los visitantes que vengan es mala imagen con tanto local cerrado y la sensación de abandono», citan.
Las tesis de la asociación se cruzan con la reclamación de los habitantes del casco histórico, que incluso han creado una plataforma para exigir más dureza en la aplicación de la ZAS y la ampliación de sus límites. «Parece que para beneficio de los vecinos tenemos que fastidiarnos los demás», reseña Rodríguez, ante el asesor jurídico del colectivo, quien señala que esperan lograr resultados en la negociación con el Ayuntamiento antes de optar por otras vías. «Lo que más ruido genera es el tráfico y la gente lo aguanta porque parece que está asumido», comparan.