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El médico de Fornela que molestaba a Franco

Un libro recupera la vida de Lodario Gavela Yáñez, asesinado por la Brigadilla en 1947

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ana gaitero | león

La vida de Lodario Gavela Yáñez, médico de Fornela asesinado por la Brigadilla en 1947 sale a la luz en el libro del profesor Alejandro Álvarez López que hoy se presenta en el salón de actos de UGT en León a partir de las 19.30 horas.

El médico que no quería morir (Vida y muerte de Lodario Gavela Yáñez) es una novela basada en hechos reales y en un personaje cuyo halo de hombre bueno y mejor médico quedó en la memoria de la comarca berciana tras los años oscuros de la Guerra Civil. Nacido en Bembibre en el seno de una familia de comerciantes, cuyas raíces estaban en los pueblos de Trascastro y Peranzanes, Lodario Gavela Yáñez vivió desde los diez años en Valladolid y allí estudió la carrera de Medicina. Vivió el advenimiento de la II República con tan solo 15 años y dentro de una familia de ideas muy dispares. Perteneció a la Fundación Universitaria Española (FUE) y a la Federación de Estudiantes Católicos. En la Guerra Civil luchó en los dos bandos. Primero con la República, de forma libre y voluntaria y después en las filas comandadas por Franco, de forma obligatoria.

Termina la carrera después de la guerra y en 1942 toma la plaza de médico en Fornela, un espacio «donde pervive la guerra a través de los fugados o maquis», señala el autor del libro. Lodario Gavela Yáñez practicó mucho más que la medicina. «Fue un médico humanista que se preocupó por la educación y promovió la creación de escuelas, colaboró en el progreso con el impulso de la llegada de la luz eléctrica y también se ocupó de que las niñas no quedaran condenadas a lo que la tradición y el régimen tenían pensado para ellas...», explica este profesor de Literatura jubilado en la Universidad de Oviedo, también con raíces en Fornela y que ha querido rendir homenaje a este personaje con su obra.

Lodario Gavela atendía a los pobres sin cobrar si hacía falta y también atendió muchas veces a los fugados. Pero su mayor delito para el régimen fue ser «un hombre con gran sentido de la libertad, una fuerte personalidad y grandes dotes de amistad. Eso es lo que genera recelos en los dirigentes del régimen franquista. Creen que su conducta extiende la desafección y deciden matarlo», apunta Rodríguez. «Era un personaje en conflicto con el poder. No actuaba mal, pero era un mal ejemplo», subraya.

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