Todo había sido ya anunciado
La conferencia anual que organiza el equipo de Andbank que dirige en León María Jesús Soto llega a su 25ª edición Durante más de dos décadas la difusión de la cultura financiera y el análisis a futuro han sido sus apuestas.
maría j. muñiz | león
La conferencia anual que Andbank celebra hoy en el Auditorio Ciudad de León cierra un círculo de 25 años de formación e información financiera para todo tipo de inversores. Un círculo que seguirá creciendo de la mano de nuevos proyectos que ya están en marcha, y otros que vendrán. El repaso de este primer cuarto de siglo de análisis y previsiones para orientar a los ahorradores es un resumen de la historia económica de los últimos tiempos. Las conferencias anuales, que cierran el ‘curso’ de actividades que cada año organiza el equipo liderado por María Jesús Soto, se centran en analizar las previsiones a corto y medio plazo, con el objetivo de establecer las estrategias que marcarán las líneas de inversión de sus clientes. Durante más de dos décadas se escribieron previsiones; vistas desde hoy, resultan un certero trazado de cuanto ha ido ocurriendo en la economía española e internacional. Y ha sido mucho. Una intensidad que no desaparecerá, porque los mercados son cada vez más complejos.
«1994 será un año de rentabilidad moderada en las inversiones financieras, pero también un año en el que la crisis toque fondo». Fue el mensaje de la primera conferencia anual que entonces bajo la marca AB Asesores se celebró en el Hotel Conde Luna, de la mano (como hasta hoy) de Diario de León. Comenzaba una larga historia que tiene intención de seguir adelante durante mucho tiempo, cada vez con más proyectos volcados en la formación financiera de niños y adultos. Resulta curioso también, al hacer el repaso de cuanto se ha pronosticado en estas conferencias, que los problemas y preocupaciones del mundo financiero siguen teniendo el mismo mar de fondo. A finales de aquel primer año de análisis público se confirmaba que la recuperación de la economía no acababa de traducirse en alzas en la rentabilidad de la Bolsa, por el temor de los ahorradores. Y los escándalos políticos que entonces comenzaban a destaparse tenían buena culpa de ello. Había un factor diferencial con la situación de hoy: la renta fija era entonces una opción de rentabilidad, aunque ya de aquellas los asesores advertían de que no había que «poner todos los huevos en la misma cesta».
El Teatro Emperador acogió durante años conferencias que se convirtieron en poco tiempo en multitudinarias, superando desde las primeras citas el millar de asistentes. Ya a finales de 1995 los analistas advertían de que los partidos políticos no estaban tratando «en toda su gravedad» las dificultades del sistema público de pensiones, y que el miedo a una quiebra del sistema en la siguiente década llevaba a miles de ciudadanos a suscribir planes de pensiones privados.
Poco después se animaba a los ahorradores a, siempre asesorados por profesionales, dirigir sus inversiones hacia activos de mayor riesgo: habían llegado los acuerdos de Maastricht y la reducción de los tipos de interés comenzaba a penalizar el ahorro tradicional de los leoneses, refugiado sobre todo en depósitos. Se anunciaba «un cambio inevitable en la mentalidad del ahorrador», y una «fuga acelerada del ahorro hacia la Bolsa».
La volatilidad era ya una compañía que nunca abandonará a los ahorradores, y los fondos de inversión comenzaban a ganar terreno como la fórmula del desembarco de los pequeños ahorradores en el mercado financiero. Se materializaba un cambio de cultura financiera que planteaba nuevas exigencias de rentabilidad. Y con él una mayor sensibilización hacia la necesidad de conocer los nuevos productos y las fórmulas con las que intentar hacer frente a una incertidumbre que, con mayor o menor intensidad, no desaparece nunca. La receta de los asesores financieros ha sido firme y constante: frente a las turbulencias, prudencia, planteamientos a largo plazo, personalización de las necesidades y consejo profesional.
A finales de 1998 la conferencia anual daba por superado lo peor de aquella crisis, aunque no la volatilidad que se mantenía. Por entonces los fondos de inversión habían multiplicado por 27 su patrimonio en sólo diez años. Ante un futuro financiero «cada vez menos previsible», los asesores desplegaban equipos de análisis para vigilar las novedades y reaccionar ante imprevistos. Y eran muchos los que estaban por llegar.
Con el final del ejercicio del 2000, bajo el sello de Morgan Stanley, se advertía a los ahorradores que no había nueva ni vieja economía, sino una búsqueda de criterios de rentabilidad. Jorge Morán aleccionaba ya entonces contra los beneficios rápidos en Bolsa: «El que juega a ser tiburón sin tener los conocimientos suficientes puede acabar convertido en calamar, el alimento preferido de los tiburones».
Cambio de siglo
Con el nuevo siglo llegó el impacto de los atentados del 11-S en Estados Unidos, y la globalización era un fenómeno en alza. La conferencia anual advertía de la sobreinversión en las empresas, por una financiación más barata. Y daba un toque de atención que años después sigue teniendo un dramático protagonismo: la ‘sofisticación’ de los productos financieros, acompañada de una escalada en la regulación y un entorno de internacionalización que no evitó el desastre para muchos pequeños ahorradores.
A finales de 2003 en la conferencia se alertó a los ahorradores de una excesiva orientación del mercado hacia los activos inmobiliarios, y les animaba a reorientar parte del ahorro hacia los mercados financieros. Sus rentabilidades entonces eran muy altas.
De cara a 2005 el equipo de Soto, dentro del grupo Inversis Banco, mantenía la previsión de la tendencia creciente y la estabilidad en los mercados financieros. Los analistas buscaban sectores alternativos al inmobiliario para atraer ahorradores, ya que consideraban que éste había llegado a su fase más alta. Frente al agotamiento de las economías desarrolladas, el crecimiento de los países emergentes comenzaba a ser una alternativa inversora. Así lo explicaba Carlos Moreno; que un año después analizaba el excesivo endeudamiento de las familias y las amenazas de pinchazo de burbujas. Consideraba entonces que estas advertencias eran más toques de atención de las autoridades monetarias que amenazas inminentes; aunque alertaba también de que existían vulnerabilidades, y no era momento de inyectar más gas a esas burbujas. La Bolsa seguía dando buenos rendimientos.
Fue a finales de 2007 cuando se advirtió ya una de una desaceleración económica, y de una evolución de los mercados que dependería de cómo afectara al país la crisis inmobiliaria. La creciente volatilidad aconsejaba más que nunca buenos asesores y prudencia en las decisiones. Y un esfuerzo redoblado en la difusión de la cultura financiera, una cuestión a la que se dedicó la conferencia anual de 2008. La Comisión Nacional del Mercado de Valores y el Banco de España establecían un plan a cuatro años para fomentar la formación entre los pequeños ahorradores; que incluía también medidas para la enseñanza en las aulas de secundaria y en los colectivos con mayores dificultades para entender el funcionamiento del mercado financiero. Ya por entonces estaba vigente la obligatoriedad de realizar test de idoneidad a los inversores.
Durante los años más duros de la recesión económica, en los que el análisis a futuro para determinar las estrategias de inversión se hizo más necesario y las inversiones en los mercados internacionales y emergentes fueron un refugio, se reforzaron los equipos de análisis de las gestoras, especializados a menudo en áreas económicas concretas del planeta. A finales de 2012 Carlos Moreno, entonces director general de Inversis Banco, ya adelantaba que las dificultades de la crisis ni mucho menos habían terminado, pero al año siguiente se notaría una mejora creciente de la productividad y la competitividad. Aunque, advertía, había muchos problemas estructurales por resolver y sólo «se han empezado a dar pasos en un camino que va a ser larguísimo».
La confirmación de los síntomas del final de la recesión se tradujo en nuevas oportunidades de inversión, aunque con la permanente amenaza de nuevos episodios de desaceleración y sobre todo con la evidencia de que el crecimiento estaba aún muy lejos de llegar a las economías familiares. Flexibilidad, diversificación y asesoramiento fueron un año más los consejos a los miles de ahorradores leoneses que cada año abarrotan el Auditorio; y que saben que la volatilidad y la incertidumbre son ya compañeros inseparables de sus apuestas ahorradoras.
A lo largo de 2015 el equipo que dirige María Jesús Soto inicia una nueva etapa, esta vez de la mano de Andbank, y con unas perspectivas que ya se muestran a ser más optimistas para la inversión. Y comienzan a preparar también la implantación de la normativa Mifid II, que refuerza la transparencia e información que reciben los inversores sobre los productos que suscriben. Y que el banco percibe como una oportunidad, según explicarán en la cita de esta noche con detalle.
Especialización en banca privada, asesoramiento independiente, un equipo fuerte de análisis de mercado y de productos asienta las bases de la entidad, con Carlos Aso como consejero delegado y Álex Fusté como economista jefe. Que se refuerza con una capacidad de actuación multijurisdicción (en varios países) y ha intensificado su apuesta por el asesoramiento patrimonial, fiscal y sucesorio.