Diario de León

Un árbol de 300 millones de años

La Vasco cede a la Escuela de Minas un helecho fosilizado de tres metros de altura y una tonelada

El ejemplar, único en el mundo, en el hall de la Escuela de Minas del campus universitario de León.

El ejemplar, único en el mundo, en el hall de la Escuela de Minas del campus universitario de León.

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A. CALVO | LEÓN
León

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«Un árbol que ha viajado en el tiempo más de 300 millones de años». Así describe la profesora de Paleontología de la Universidad de León, Esperanza Fernández, el gran tronco fosilizado de un Syringodendron que emerge en el vestíbulo de la Escuela de Minas en el Campus de Vegazana. Este fósil, uno de los más grandes a nivel mundial, ha sido cedido a la escuela por la Hullera Vasco Leonesa, y fue localizado en una de las minas de esta empresa que extraía carbón en la montaña leonesa. Su singularidad estriba en su gran tamaño, de tres metros de alto y una tonelada de peso y «en que está muy bien conservado».

El director de la Escuela de Minas, Jorge Juan Blanes, explica que aún están trabajando para la instalación de este gran fósil, que será expuesto de manera permanente en el centro, y que estará anclado en el vestíbulo. La profesora de Paleontología explica que estos árboles, los Syringodendron, son la base del carbón que durante décadas se ha extraído en la provincia y que, aunque su tronco pueda simular el de una palmera, se trata de un helecho que actualmente ha evolucionado a plantas más pequeñas. «Éste es el origen de los licofitos y hace 300 millones de años acaban de nacer y eran tan grandes porque había mucho oxígeno», explica la paleontóloga.

El árbol al que perteneció el fósil de Minas pudo llegar a sobrepasar los cinco metros de altura —se conservan tres incluidos los cojinetes— y una de las características de este ejemplar es que las hojas surgían directamente del tronco, que lo cubrían como con pequeñas capas, y que carecía de flores. La copa estaba formada por tallos recubiertos de hojas, al final de los cuales se encontraban las cápsulas que alojaban las esporas. «Las hojas se iban cayendo del tronco conforme este crece, de tal manera que quedan las marcas de inserción», explica Esperanza Fernández Martínez, quien aprecia que en el tronco fosilizado de Minas «se aprecian muy bien los canales de inserción de las hojas, tras perder la corteza».

«Este árbol abre una ventana a un bosque del pasado, si no fuera por estos fósiles no los conoceríamos. Nos habla de floras distintas a las actuales y a la vez son el origen», explica la profesora de Paleontología de la Universidad de León, para añadir que ahora este tipo de helechos rastreros sobreviven en climas tropicales. «Pocos sitios compiten con León en ejemplares del carbonífero», incide, para explicar la riqueza de la provincia y que la fosilización resulta de una quema natural muy lenta que provoca que tan sólo quede el carbono que integraba la planta y por lo que, como en este caso, «tan sólo haya un fantasma del tronco hecho de carbono».

Tal y como se muestra en la imagen de la derecha y por la forma del tronco fosilizado, «podría hacer pensar que se trata de una palmera, porque tiene el tronco con marcas y hojas en la parte superior más grandes y con esporas, pero no tiene nada que ver, se trata de un helecho».

El fósil cedido por la Fundación Hullera Vasco Leonesa a Minas es un ejemplar de gran valor por que, aunque la conservación de un fósil es «fácil, lo difícil es que se conserve entero o prácticamente», como en este caso, a pesar de que es habitual encontrar estos restos en toda la zona carbonífera de la provincia de León, aunque de menor tamaño.

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