Diario de León

León aligera el paso

Las cofradías ponen a ‘régimen’ a sus pasos: sustituyen elementos de hierro por aluminio, retiran figuras para ‘adelgazar’ el peso que soportan los braceros y estudian materiales tecnológicos. Anticipan una Semana Santa menos pujante.

Ensayo de La Condena tras haber perdido 550 kilos.

Ensayo de La Condena tras haber perdido 550 kilos.

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SUSANA VERGARA PEDREIRA | LEÓN

Los pasos pesan. Mucho. Aunque cada vez menos. Las cofradías aligeran tronos y figuras para afrontar los nuevos tiempos de la Semana Santa y estudian nuevos materiales tecnológicos y aeronáuticos. Si no los han aplicado es porque cuesta mucho dinero. Las parrillas de hierro son ya historia y han sido sustituidas por aluminio. Algunas hermandades han optado directamente por bajar figuras y dejarlas en tierra. Otras han recurrido a estudios de ingenieros industriales y aeronáuticos. Todo para hacer más llevadera la penitencia de pujar durante horas siguiendo una tradición que en León tiene cinco siglos.

La última cofradía en hacerlo ha sido la del Perdón. Su paso La Condena de Cristo (Manuel López Bécker, 2005) ha adelgazado este año 550 kilos. De los 1.180 iniciales y cuatro figuras ha pasado a pesar 630, tener dos figuras y un trono menos contundente. La reforma ha contado con el visto bueno del imaginero, que estuvo presente en el ensayo —el 26 de febrero, con las tallas cubierta por ser Cuaresma— para comprobar que no se había perdido el equilibrio. Lo pujan 60 braceros. «No podemos con tanto peso», reconoce el abad del Santo Cristo del Perdón, José Luis Cabada.

Como él, todos los abades. Sólo Minerva, la Redención y el Silencio, entre las 16 cofradías de la ciudad, aseguran no haber ‘rebajado’ los pasos.

Minerva tiene el paso más pesado de todos los que se pujan en la ciudad, El Descendimiento (Víctor de los Ríos, 1945), que llevan 112 braceros, aunque el récord lo tiene La Sagrada Cena (Víctor de los Ríos, 1950) propiedad de la Hermandad de Santa Marta y de la Sagrada Cena, que pesa 7 toneladas, tiene dimensiones que le impiden ser procesionado por las calles del León antiguo y, por razones obvias, no se puja, va sobre ruedas, una excepción en la Pasión capitalina.

El Nazareno (¿Escuela de Gregorio Fernández, 1640?), de la Cofradía del Dulce Nombre de Jesús Nazareno es el segundo paso con más peso: 1.540 kilos que pujan 94 braceros. Pesa 90 kilos más que La Exaltación de la Cruz (José Antonio Navarro Arteaga, 2000), 1450 kilos y 102 braceros. Le siguen La Quinta Palabra (Manuel Martín Nieto, 2003) de Las Siete Palabras, con 1.400 kilos tras perder 280, Los Apóstoles (del altar Mayor de la Catedral de León, siglo XVIII) del Gran Poder de León, con 1.300 kilos pujado por 90 braceros, y Las Tres Marías (Víctor de los Ríos, 1958-1960), de la Hermandad de Jesús Divino Obrero, que pesa 1.170 kilos y lo llevan en puja mixta 92 braceros y braceras. 950 kilos pesa el Santo Cristo del Desenclavo (Manuel López Bécker, 2000) de la Cofradía del Desenclavo, lo mismo que el Santo Cristo de la Bienaventuranza (anónimo, siglo XX) que llevan 88 braceros de la cofradía homónima, 910 el Camino del Sepulcro (Víctor de los Ríos, 1972) de la Cofradía de Angustias y Soledad, 900 el Ecce Homo (La Roldana, siglo XVII) que custodia la Cofradía de la Redención, 840 el Santo Cristo del Perdón (Ángel Estrada, 1966) que pujan 80 braceros del Perdón, 650 kilos el Dainos (siglo XVIII) y el Jesús de Medinaceli (atribuida a Francisco Asorey, 1949) de la Cofradía del Silencio, que llevan en puja 44 hermanos, 800 María del Dulce Nombre (Luis Alberto García Geute, 1994-1996) de la cofradía sólo de mujeres del mismo nombre, el mismo peso que Nuestra Señora de la Esperanza (Miguel Bejarano, 2004) que pujan 90 hermanos y hermanas del Sacramentado, 650 kilos llevan 79 braceros y braceras del Santo Sepulcro en El Hombre Nuevo (Vicente Marín Morte, 2002) y sin peso oficial el Jesús del Vía Crucis (José Ajenjo, 1998) de la Agonía de Nuestro Señor.

No es suficiente. Las cofradías buscan aligerar la penitencia de sus braceros, que llevan una media de 15 kilos a hombros durante seis horas al menos (los del Nazareno son los que más peso soportan, 16,7 kilos cada uno). Eso, y prepararse para los nuevos tiempos. Las nuevas generaciones, en eso coinciden todos los abades, «tienen cada menos paciencia, fortaleza y espíritu de sacrificio». «Antes, la gente hacía trabajos físicos», argumentan.

Las cofradías han posado ya su mirada en la ‘generación de la tablet’ y empiezan a anticipar los cambios que creen que vendrán. La explosión de la década de los 90 y la pujanza de las últimas décadas dejan paso a una Semana Santa más contenida. Algunas cofradías pasan serios apuros para sacar sus procesiones o terminarlas. Han recurrido a la fórmula de la ‘hermandad’, por la que braceros de otras cofradías acuden en su socorro y pujan los pasos vestidos con sus túnicas de origen. Sucede en Jesús Divino Obrero con Santa Marta, en la Agonía que cuenta con la ayuda del Desenclavo o el Gran Poder en auxilio del Sacramentado. Una mezcolanza que es evidente bajo los pasos y que han terminado por cuajar en una especie de nueva costumbre. Otras, simplemente no pueden. Es el caso de Minerva, que el año pasado dejó ‘en casa’ una de sus tallas más veneradas, la Amargura —la antigua ‘Paloma’—. El abad y la junta de seises fueron incapaces de encontrar braceros o una fórmula que permitiera la puja del paso el Viernes Santo por la noche, en la procesión del Santo Entierro que organiza en años impares. Incluso el Dulce Nombre, que no ha visto mermada sus ‘afiliaciones’, explora la manera de modificar viejas costumbres para permitir la puja de sus numerosos braceros suplentes, que aguardan durante años un lugar en el paso. Muchos abandonan a mitad de la procesión al no tener esperanza de hacer al menos ‘una tiradina’.

Las cofradías se enfrentan a nuevos retos y buscan fórmulas, entre ellas cauces de comunicación más democráticos con sus papones y paponas de los que aún adolecen en pleno siglo XXI.

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